Sobra decir que cada uno de nosotros somos diferentes, cada persona tiene unas vivencias, una genética y en definitiva, una individualidad que nos hace a cada uno de nosotros únicos. Y es que, cada uno de nosotros tiene una mente distinta a la de los demás, lo que nos hace desarrollar una identidad que es única y exclusivamente nuestra. La construcción de la identidad social nos indica que, el ser humano, además de ser único e individual también es un ser social. Expertos en psicología y sociología han debatido sobre este concepto, sobre pertenecer a un grupo como es una naturaleza humana, una cualidad que nos hace sobrevivir mejor y adaptarnos mejor al ambiente.
Por eso, la necesidad de pertenecer a un grupo a algo no es una debilidad, sino un signo de humanidad. Existen muchos grupos sociales y muy variados. En ocasiones, pertenecemos a algunos porque no tenemos más remedio, como puede ser nacer en un determinado país y criarse en una determinada cultura. En otras ocasiones, elegimos a donde queremos pertenecer. De este modo, tal y como algunos de los exponentes de la psicología social han afirmado, todos estos grupos e identidades nos inculcan sus valores y sus normas, y es así como creamos nuestra identidad social aunque no nos demos cuenta.
Puede parecer que la identidad social la formen el conjunto de normas y valores de un grupo. Sin embargo, nada más lejos. Si bien es cierto que estos representan una parte importante para la formación de la identidad social de un individuo, será la influencia en su carácter previo lo que dé como resultado los sentimientos que experimente y en definitiva, la identidad social de esa persona en cuestión.
Es decir, dos personas que pertenecen a un mismo grupo no tienen por qué tener la misma identidad social. Cada una de ellas puede dar lugar a diferentes relaciones sociales y pertenecer a más grupos a la vez o dar más importancia a unas normas que a otras. Se trata de la individualidad de cada uno lo que hace que la identidad social adquiera su forma.
Llegados a este punto, resulta indispensable hacer una distinción entre la identidad social y la personal en un individuo. Como un primer paso, podemos decir que la identidad personal busca definirse a uno mismo, es decir, un proceso de autoconocimiento, buscar si se es una persona inteligente, simpática, honesta... es el inicio de conocerse a sí mismo, identificarse como persona para posteriormente pasar a identificarse dentro de un grupo.
Cuando nos identificamos personalmente estamos sentando las bases para poder identificarnos como ser social. Al tener una visión de nosotros mismos como individuo también la tendremos como persona dentro de nuestra familia, de nuestro grupo de amigos, en definitiva, dentro de grupos sociales. Por eso, son conceptos que aunque diferentes, son complementarios. Para tener una identidad social, será necesario tener primero una identidad personal.
La formación de la identidad social requiere una serie de pasos. No basta con formar parte de un grupo, sino que han de darse una serie de procesos que la hacen posible.
Estas son todas las etapas que forman parte del proceso de construcción de la identidad social y que como vemos, todo termina por influir enormemente en aquello que nos define a todos y cada uno de nosotros como seres.
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