Pensar que el estado ideal de cualquier persona es convivir en pareja y que el objetivo de la existencia es encontrar a la soñada “media naranja” no solo es una idea anticuada sino, además, equivocada. Ser feliz depende de ti, de tu bienestar interior, y no tanto de tener pareja o no.
Por supuesto, encontrar a una persona con la que compartir vida y proyectos puede ser una fórmula ideal para crecer como ser humano y para ser feliz junto a alguien al que quieres, pero que esto no suceda, no quiere decir que vayas a tener una vida infeliz o menos completa. Afortunadamente, los estereotipos van cayendo y ya nadie piensa que un “soltero” es menos feliz que alguien con pareja.
Creer que solo encontrando a tu “príncipe azul” podrás alcanzar la felicidad es un error que puede hacer que te obsesiones en esa búsqueda de pareja sin darte cuenta de que la felicidad está al alcance de tu mano, en ti misma y en cuanto te rodea.
No tiene sentido establecer las bases de la propia felicidad únicamente en las relaciones de pareja. Si has encontrada la estabilidad con la tuya, ¡genial!, pero si no, fíjate en estas cuatro poderosas razones para comprobar que puedes ser feliz sin tener pareja.
En ocasiones, el hecho de estar sin pareja brinda una maravillosa oportunidad para centrarnos en el propio yo, conocernos mejor y buscar el equilibrio personal. Es un proceso importante de introspección que enriquece emocionalmente a la persona y no depende de nadie. No tener pareja, tal vez ,suponga aprender a quererte a ti misma más que a nadie. No es cuestión de egoísmo, es simplemente un primer paso indispensable para alcanzar la propia felicidad.
No hay duda de que dar y recibir cariño nos hace felices, pero el amor no se limita a la pareja. Las relaciones familiares y sociales pueden resultar plenamente satisfactorias y un “single” no tiene por qué sentirse solo. Los buenos amigos, que aportan alegría y sentimientos positivos, pueden lograr que la necesidad de tener una pareja sea algo muy relativo. ¡Empieza a encontrar la felicidad en las pequeñas cosas!
¿Quién ha dicho que sin pareja no se disfruta igual de la vida?... Al contrario. Son muchas las personas que deciden vivir sin el compromiso que puede suponer una relación estable. Es algo absolutamente respetable, que implica un mayor grado de libertad y tal vez, dedicar un mayor tiempo y esfuerzo a lograr las propias metas personales. Esta actitud ante la vida también puede hacernos plenamente felices. No se trata de decidir qué es mejor, si estar sin pareja o con pareja, pero está claro que cualquier situación tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Un “soltero/a” puede ser absolutamente feliz disfrutando de aquello que más le apetece: viajes, deportes, aficiones… y luchando cada día por hacer realidad su proyecto vital (que no tiene por qué ser crear una familia).
Es esencial para alcanzar la felicidad y no siempre resulta más fácil conseguirlo viviendo en pareja. No hace falta recordar cuántos matrimonios acaban rompiendo su relación pasado un tiempo. El bienestar emocional depende del equilibrio interior y de la armonía con todo aquello que nos rodea. Puede que una pareja contribuya a lograrlo, pero también puede ocurrir justo lo contrario, que nos desestabilice y nos haga infelices. Como diría el refrán popular, en ocasiones vale más estar solo que mal acompañado.
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