Todas las personas albergamos sueños, esperanzas y nos marcamos objetivos más o menos ambiciosos que deseamos alcanzar en nuestra vida. Sin embargo, el día a día nos sumerge en una espiral de obligaciones que no nos dejan tiempo para pararnos a pensar en cómo queremos que sea nuestra vida.
Pero además de esto, los seres humanos nos topamos con otro serio problema: vernos obligados por las circunstancias a dar explicaciones por lo que hacemos. Hemos acabado acostumbrado a sentirnos en la obligación de tener que explicarnos ante los demás, cuando éstos en realidad no nos han pedido ninguna explicación o directamente cuando sencillamente lo hacen por interés o por el querer enterarse de todo.
Uno de los problemas que vienen asociados con las explicaciones tiene que ver con nuestra autoestima y con el sentido de la aceptación. Recordar o tener que explicar todo el tiempo lo que hacemos o dejamos de hacer hace que nos cuestionemos a nosotros mismos, y como consecuencia esto se traduce en un problema de autoestima. Otro de los problemas vinculados con ello es la tendencia a pensar que lo que hacemos o que lo que dejamos de hacer tiene consecuencias directas en los demás. La conclusión en cualquiera de estos dos casos es que por momentos dejamos de ser nosotros los que tenemos el control de nuestra vida.
Con el objetivo de que vivir sin esa sensación de tener que justificarse por todo, de no perder de vista lo que deseas sin explicarlo en cada momento, es importante que tengamos clara una premisa: que nos aseguremos de estar viviendo lo que queremos vivir.
Es decir, comenzar a pensar que estamos haciendo lo que realmente deseamos, sin pensar en qué le va a parecer al resto de personas lo que estamos haciendo. Tener este tipo de pensamientos positivos es lo que posteriormente nos ayudará a despertar esa ilusión por lo que hacemos. La presión del entorno que nos rodea nos suele llevar, en ocasiones, a olvidar por completo nuestras ilusiones, a sentir que no somos nosotros, y a olvidar nuestros sueños y nuestras metas.
Esto te impulsará a descubrir tu lado más místico, y te ayudará al mismo tiempo a estar bien contigo mismo. Disfrutar de la soledad por unos momentos puede ser positivo para pensar en ti, en los planes que tienes o simplemente en lo que has hecho en las últimas semanas. Todo esto conlleva un gran beneficio detrás y es recordar que estás disfrutando de lo que haces y que haces las cosas como a ti te gusta, y no buscando la aprobación de los demás.
Perdonarnos más, no ser tan exigentes con nosotros mismos. Esto no quiere decir que no seamos realistas. Esto quiere decir que cuando queramos dar una explicación bajemos las expecativas que pudiéramos tener sobre una situación, porque de lo contrario nos sentiremos peor con nosotros mismos. Al mismo tiempo, podemos hablarnos mejor a nosotros mismos, con otro tono que se acerca al apoyo, y no con la retroalimentación constante de un pensamiento negativo.
Solemos basarnos en las referencias que nos llegan del exterior, la sociedad nos marca esta tendencia desde la infancia. Sin embargo, para tomar las riendas de la vida de uno mismo, es importante dejar de lado las referencias externas, y que cada uno se convierta en su propia inspiración. Sólo de esta forma, cada persona empieza a ser capaz de tomar sus propias decisiones, persiguiendo lo que de verdad desea.
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