Las experiencias de nuestra vida construyen los aspectos más significativos de nuestra personalidad. Creemos que nuestros pensamientos y nuestra forma de actuar tienen que ver con nuestros genes y con algo de nosotros innato, pero lo cierto es que, una gran parte de lo que hacemos se debe a lo que aprendemos, y si lo hemos aprendido mal, estaremos perjudicando nuestras acciones y en definitiva, nuestra vida. En esto consiste lo que hoy en día llamamos como desaprender lo aprendido, abriendo las puertas hacia una nueva forma de entender la vida y a nosotros mismos.
La mayor parte de lo que aprendemos y se consolida en nuestra mente ocurre en nuestro periodo de aprendizaje, es decir, en nuestra infancia. Esto quiere decir que las personas que nos crían y nos rodean durante esta época influyen notablemente en este tipo de creencias. Por eso, es importante que tanto padres como educadores puedan precisamente educar en emociones, porque las ideas que transmitamos a los más pequeños se convertirán en sus creencias, quedarán bien arraigadas y luego desaprender ciertas conductas no será tan sencillo.
Una de estas ideas que aprendemos y que luego nos cuesta desaprender dado el daño que nos genera se relaciona con nuestra autoestima. Potenciar el querernos a nosotros mismos significa conocernos y saber nuestras limitaciones y nuestros defectos. Solo así, podremos sacar todo el provecho a lo que somos y conseguir el bienestar en nuestra vida.
Es importante que aprendamos a creer en nosotros mismos para creernos capaces de todas las cosas que queremos hacer. Cultivar la confianza en nosotros mismos en la etapa de aprendizaje es fundamental, y además es una de las bases de nuestra inteligencia emocional. Ya cuando somos adultos desaprender ciertas creencias relacionadas con nuestra autoestima es un proceso largo y complejo, compuesto por ciertas fases, de las cuáles algunas nos pueden atascar y mucho en cuanto a nuestro desarrollo personal.
Como hemos dicho, la mayoría de lo que aprendemos se remonta a nuestra edad más temprana, sin embargo, durante toda nuestra vida, vamos adquiriendo conocimientos y creencias que también pueden limitarnos y hacernos daño. Un claro ejemplo son la creencias que obtenemos a partir de los medios de comunicación. Y es que, existen muchas cosas que no alcanzamos a conocer, y si un experto nos dice que encontrar trabajo es complicado a partir de cierta edad, puede que nos desanimemos y ni si quiera lo intentemos.
Una de las primeras cosas que debemos saber es que estas creencias que nos limitan no son verdades absolutas, sino que es posible deshacerse de ellas. Eso sí, no se trata de pan comido, sino que supondrá un largo trabajo, ya que, lo que hemos dado por hecho en años no se irá de la noche a la mañana. Por eso, para deshacernos de estas creencias tendremos que tener intención y sobre todo paciencia.
Lo primero es identificar cuáles son esas creencias que nos hacen daño y tener la clara intención de cambiarlas. Una de las estrategias puede estar en cambiar el lenguaje que utilizamos, por ejemplo, cambiar los debo por los me gustaría o podría, puede ayudarnos a emprender un camino más ameno hacia nuestras metas.
Idear una nueva creencia que contradiga la nuestra y reforzarla será el siguiente paso. No se trata de una tarea que se realice de un día para otro, sino que tendremos que trabajar día a día y recordarnos que antes estábamos equivocados, antes de instaurar la nueva y sana creencia en nuestra vida.
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