Ser amable es algo muy beneficioso, pues no solo repercute sobre la gente que hay a nuestro alrededor, sino también sobre nosotros mismos. Con una sonrisa el día pasa mejor, además, que al ser amables con las personas, estas lo son con nosotros, creando así un clima donde, tanto estar como atraer a gente, es de lo más sencillo. Pero la amabilidad es una moneda de doble cara, y a veces, pasándonos de amables podemos caer en descuidarnos a nosotros mismos. Ser amable no está reñido con boicotear nuestros deseos u opiniones, por eso, por muy amable que quieras ser, siempre debes tenerte en cuenta a ti mismo primero antes que tus emociones se puedan desbordar.
Cuando hablamos de personas amables podemos distinguir entre dos tipos. Están los individuos que siempre tienen una sonrisa y harán todo lo necesario para que te sientas bien, y luego están los que pecan de exceso de amabilidad. Aquellos que nunca dicen que no, y que se olvidarán de sí mismos, de lo importante que es el amor propio, de sus propios objetivos con tal de satisfacer a la otra persona. Es en este grupo donde el problema del exceso de amabilidad se hace latente.
Las personas excesivamente amables dejan de vivir su vida para hacérsela más fácil a los demás. Necesitan que los demás le reconozcan sus esfuerzos y es así como piensan que son válidos. Por eso es frecuente en ellos la necesitan de la aprobación del otro para sentirse bien, y es que, tras esta amabilidad esconden una gran inseguridad y una baja autoestima entre otros factores.
El caso es que el origen del exceso de amabilidad es bastante duro. Puede que las personas que tengan estos sentimientos por experiencias duras que han tenido que vivir. Ya que nadie se encuentra en esta situación y en estas condiciones por su propia voluntad. Como consecuencia, se cae un círculo en el que acaban de quitarle importancia a lo que verdaderamente les gustaría hacer y se van dejando poco a poco sin quererlo y la tristeza comienza a hacer mella.
Con el tiempo, estas personas tan amables, sufren depresiones y se sienten muy desdichadas. No es de extrañar, ya que lo han dado todo por otras personas pero no han pensado en ellos, por lo que llega un momento en el que se dan cuenta que no han conseguido lo que querían en la vida. Además, aunque no pidan nada a cambio, suelen tener la sensación de que se han desvivido por alguien que no le ha pagado como se merece.
Si leyendo estás líneas te has sentido identificado, no te preocupes, porque aunque ser excesivamente amable puede haberte supuesto un problema durante años, lo importante es que te has dado cuenta y que se puede cambiar. Por eso, te recomendamos que tomes nota de algunos consejos, para superar este exceso de amabilidad.
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