En el mundo en el que vivimos raro es del que no sufra de algún trastorno en el estado de ánimo. Cada vez nos creamos más necesidades y cada vez vamos más deprisa para conseguir saciarlas. Son aspectos que afectan a nuestras emociones y que hacen que nos frustremos, nos agobiemos y nos desesperemos. Así, sufrir estrés, ansiedad y depresión están a la orden del día.
De hecho, uno de los principales problemas de hoy en día es la prisa. Vamos tan deprisa y se nos apremia para ser productivos siempre, que cuando no lo somos caemos en la depresión o en la frustración. Y es que, a veces, ni siquiera sabemos qué nos pasa. Sabemos que experimentamos las emociones propias de los seres humanos y por ende comenzamos a notar ciertos sentimientos. Para poder dar cabida y solución a este problema es conveniente establecer cuáles son las diferencias entre cada trastorno de ánimo porque sino será muy complejo el proceso de curación.
Lo cierto es que cuidarnos a nosotros mismos es fundamental, y el primer paso es conocernos y saber qué nos pasa. Para ello, tenemos la tarea de saber en qué se diferencia la ansiedad y la depresión e incluso saber en realidad cuándo estamos sufriendo estrés y en qué medida. Si bien existen ciertos síntomas que nos ayudan a detectar la depresión, por ejemplo, eso no es suficiente. Estamos engañados viviendo a contrarreloj, cuando si nos paráramos a saber qué queremos, por qué lo queremos y cómo podemos conseguirlo, tendríamos mejores resultados.
En el primer paso hacia una mayor calidad de vida y un mejor éxito en todos los aspectos de nuestra existencia, es que nos conozcamos mejor. Saber que sufrimos de ciertos trastornos del estado de ánimo, podrá darnos las herramientas para solucionarlo. Toma nota de las principales diferentes entre el trastorno de ansiedad, depresión y estrés y comienza a trabajar sobre ello.
Cuando una situación de peligro aparece en nuestra vida comienza el estrés. Se trata de una presión que hace que tensemos todos nuestros recursos para conseguir vencerlo. A menudo el estrés viene provocado por una exposición repetida a elementos desagradables, como estar expuesto constantemente al calor.
También podemos sufrir estrés en nuestra oficina, estrés laboral si estamos trabajando a contrarreloj todo el día, o si nuestro jefe nos somete a constantes insultos o descalificaciones. La primera respuesta del estrés es adaptativa, ya que permite adaptarnos al entorno. Sin embargo, cuando se presenta de forma continuada en el tiempo, puede ser muy perjudicial. De hecho, además de malestar emocional, se ha comprobado que el estrés está muy relacionado con la aparición de enfermedades como el cáncer. Si crees que estás pasando por una época de estrés prueba la calculadora de estrés de Calcuworld, donde son expertos en crear herramientas de salud.
Cuando un peligro amenaza en nuestra vida, nuestro cuerpo se prepara para hacerle frente. Nadie se salva de sufrir ansiedad a lo largo de su vida. Pero podemos confundir la ansiedad con el estrés pero su diferencia principal es que la ansiedad se presenta ante un peligro futuro, y el estrés ante uno que ya estamos sufriendo. Esa es la clave. Eso sí, del mismo modo que pasa con el estrés, cuando los síntomas de la ansiedad comienzan a producirse de forma continuada, o cuando se presentan ante miedos e inseguridades que nos son reales, resulta altamente perjudicial.
Es fundamental realizar ejercicios para conocernos a nosotros mismos y saber por qué tenemos ansiedad y cómo solucionarla, antes de que nos afecte en gran medida.
Y si hablábamos de que la ansiedad extrema o el estrés continuado son nocivos para el ser humano, la depresión supone un estado de ánimo de gran malestar, producido por una continuidad de la emoción de la tristeza. Las principales manifestaciones de la depresión varían entre el decaimiento físico y la apatía. Quien está depresivo no quiere hablar con nadie, no tiene interés ni motivación por nada y además, se valora tan poco que su autoestima se vuelve casi insignificante.
Además, la depresión también puede derivar en daños en nuestra salud, ya que los síntomas físicos como la pérdida de peso o las alteraciones de sueño, pueden ser realmente perjudiciales.
Debemos distinguir depresión con un estado de tristeza temporal. Cuando hay alguna causa, como un divorcio o la muerte de un ser querido no se considera depresión. Eso sí, si pasado un tiempo prudencial no se supera, puede que la persona haya derivado en una depresión.
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