Buena parte de nuestra vida está formada por recuerdos, momentos pasados que vienen a nuestra memoria y que volvemos a reproducir en nuestra mente. Desde el mismo momento en el que venimos al mundo, nuestro cerebro queda impregnado de una gran cantidad de información sobre nosotros mismos, pero también sobre el mundo que nos rodea.
Los recuerdos son elementos esenciales para nuestro desarrollo y también para nuestra supervivencia, pero los recuerdos son también nuestra esencia personal, son lo que somos, y lo que nos impulsa a tomar las decisiones que tomamos en la vida.
Todos los recuerdos que almacenamos en nuestra memoria están asociados a una determinada emoción, por ello, recuerdos y emociones son los elementos que consiguen que los seres humanos aprendamos de nuestras vivencias.
A la hora de fabricar recuerdos, la memoria es la principal capacidad que poseemos los seres humanos para retener en la mente todo lo que aprendemos y vivimos en nuestro día a día. Sin embargo, la memoria es capaz de retener diferentes tipos de recuerdos que se producen en periodos de tiempo diferentes.
De esta forma, podemos distinguir entre recuerdos a corto plazo, que son aquellos que duran en nuestra mente un breve espacio de tiempo, o también, recuerdos a largo plazo, que son aquellos que pueden sobrevivir durante muchos años en nuestra mente.
Pero los expertos también han clasificado los recuerdos en base a otros parámetros de la memoria, y han distinguido entre los recuerdos que produce la memoria explícita, y aquellos recuerdos generados por la memoria implícita.
Los recuerdos de la memoria explícita son todos aquellos recuerdos que las personas vivimos de forma consciente, y estos pueden ser, por ejemplo, datos que hemos ido aprendiendo a lo largo de la vida, o también determinados acontecimientos que hemos vivido en el pasado. En el caso de los recuerdos de la memoria implícita, estos son los recuerdos que las personas fabricamos de una forma inconsciente. Estos recuerdos pueden ser, por ejemplo, recuperar determinadas destrezas que hemos aprendido años atrás. Se trata, en definitiva, de recuerdos que perduran durante mucho tiempo en nuestra memoria.
Para poder vivir, los seres humanos necesitamos que nuestro cerebro almacene recuerdos, tanto recuerdos a largo plazo como a corto plazo. Por ello, los recuerdos y su proceso de almacenamiento han sido objeto de estudio constante por parte de científicos y expertos en esta materia.
Las principales conclusiones que se extraen de muchos de estos estudios demuestran que los recuerdos se generan en una parte de la estructura cerebral llamada hipocampo. Sin embargo, una vez creados, estos se almacenan en la corteza prefrontal del cerebro.
Sin embargo, varios estudios científicos recientes han demostrado que el hipocampo, además de generar recuerdos, también juega un papel esencial y continuo a la hora de estabilizar los recuerdos en la corteza cerebral. De hecho, gracias al hipocampo somos capaces de recordar determinados detalles de un recuerdo concreto, y por ello, conseguimos distinguir un recuerdo de otro, evitando así sufrir problemas de memoria a la hora de recuperar los recuerdos que hemos almacenado.
Sin embargo, y pese a que tenemos la capacidad de almacenar gran parte de nuestros recuerdos, no hay que olvidar que nuestra memoria es selectiva, por lo que recordar todas y cada una de las cosas que nos ocurren en la vida es una labor imposible.
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