Una de las características y sentimientos más hermosos que podemos encontrar en la vida es el de lealtad. Cualquier persona que encuentre una persona leal, sabrá que se tratará de un gran amigo, o de un gran profesional en el campo laboral. El caso es que, si somos leales, podemos crear un vínculo con personas que en rara ocasión se romperá.
Hay personas que al conocerlas ponen una cara y después te das cuenta que son totalmente diferentes. Se trata de individuos que no nos dan confianza. Sin embargo, las personas que siempre te demuestran la misma actitud, que son coherentes y honestos, son las mismas con las que luego eliges para cualquier cosa. Es gente leal, gente de confianza. La lealtad es curiosa, pues se puede tener ese sentimiento con una persona, y ni pizca de lealtad con otra. No se trata de un "querer ser leal" sino de algo que surge, algo que nos nace, algo que nos ha unido a esa persona y no podemos explicar, pero le somos leales. Antes de profundizar, podemos explicar mejor qué es la lealtad y sus características.
La lealtad es un sentimiento que tenemos hacia otra persona u organismo. Una actitud que nos hace estar junto al otro, tanto en los buenos momentos como en los malos. Se trata de algo que no se impone, ni se obliga ni se aprende. La lealtad es un sentimiento puro, innato que surge de nuestro corazón. Un sentimiento positivo que crea un vínculo que es difícil de romper.
Lo contrario de la lealtad es el egoísmo. Y es que, a diferencia de la persona egoísta, la persona que permanece leal a un grupo o a una persona, solo piensa en lo mejor para el otro, sin esperar ninguna recompensa. Se trata de formar un equipo, del sentimiento de ser uno, y por eso, se forma ese vínculo tan fuerte y tan importante. Y por eso también, si se rompe duele de una forma inmensa.
Es importante señalar que, para ser leales, para cultivar este sentimiento, debemos empezar por nosotros mismos. Ser leales a nuestros ideales, a nuestros pensamientos y a nuestras causas, nos ayudará a tener una coherencia en nuestra vida. Solo así, podremos sentirnos mejor y establecer relaciones de lealtad con otras personas. Existen ciertas características que podemos extraer de las personas leales. Son algunos rasgos y hábitos, que hacen que este sentimiento se fomente, y que encuentren los demás en esa persona, una virtud. Son personas de fiar, que siempre van de cara.
Para empezar, la persona leal suele ser firme. Sabe lo que quiere y lo que piensa y actúa de la misma manera de la que habla. Además, son personas constantes, que tienen seguridad en sí mismos, en lo que hacen y no se rinden fácilmente. La coherencia es un habitual en su vida. Las acciones que hacen se corresponden con su forma de pensar y de sentir. Son comprometidas y eso les hace ser personas en las que confiar, que ganan credibilidad, ya que hacen lo que predican.
Hemos dicho que la lealtad no se aprende sino que se siente. Lo cierto es que, educar en el valor de la lealtad, puede hacer que la otra persona desarrolle este sentimiento y en este sentido sí que podemos aprenderlo. Inculcar el valor de la lealtad en los niños es fundamental para que puedan ser leales de adultos.
En primer lugar, habrá que enseñar al niño a pensar por sí mismos. Se trata de formar a una persona en sus ideales, y tendremos que enseñarles a ser fiel con ellos mismos. Por otra parte, tenemos que acostumbrar a los niños a respetar. Respetando ideas, instituciones y organizaciones, podemos encontrar la forma de formar a niños leales.
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