¿Y si tu peor crítico eres tú?

Es cierto, nos pasamos la vida delegando y dejando nuestra felicidad en manos de los demás y, de repente un día, nos paramos a pensar que queremos volver a conectar de nuevo con nosotros mismos, con nuestro interior. Hablar de ello internamente supone ser crítico con nosotros mismos, ser duros con lo que hacemos, con lo que somos. Aquí entra en juego una delgada línea que puede ser compleja de gestionar para nuestro bienestar.

La autocrítica es el juicio que cada uno realiza sobre sus propios comportamientos. Y es que, todas las personas tenemos un constante diálogo interno con nosotros mismos. Sin embargo, lo importante no es ser crítico con uno mismo de vez en cuando, sino saber diferenciar cuándo nos estamos criticando de forma automática, injustificada y sin apenas ser conscientes de que lo estamos haciendo y cuando nos estamos criticando para mejorar.

La autocrítica destructiva, una actitud que es mejor evitar

La crítica hacia uno mismo es uno de los comportamientos más humanos que existen y muchas veces, la autocrítica se formula en términos positivos, y esto nos ayuda a mejorar nuestra autoestima y nuestra forma de percibirnos a nosotros mismos.

Pero ¿qué pasa cuando las críticas hacia nosotros mismos son negativas? Pues este tipo de autocríticas destructivas (como se denominan desde la psicología) nos pueden bloquear, paralizar, incluso a veces, pueden impedirnos avanzar.

Criticarse a uno mismo de forma negativa es una de las maneras que las personas tenemos de alejarnos de nuestros propios objetivos. Y es que, cuando la crítica negativa o destructiva se generaliza, la persona se siente insegura y se encuentra peor consigo misma. Cuando la autocrítica es destructiva, el diálogo interno que formulamos en nuestro interior se caracteriza por un lenguaje cruel, negativo, despectivo, catastrófico y que tiende a mantenerse siempre en los extremos.

Esta crítica destructiva nos hace bloquearnos, hundirnos y estancarnos, dejándonos incapaces de ir más allá de los hechos y de poder avanzar un poco más en nuestro pensamiento. Por ello, la autocrítica destructiva es una de las prácticas que llevan a cabo las personas con baja autoestima pues ellos siempre se juzgan a sí mismos de una forma excesivamente cruel y despectiva. Y dado que supone un ataque directo hacia uno mismo, todos deberíamos hacer lo posible por evitar la autocrítica destructiva porque, además, ésta no tiene ningún sentido ni aporta nada a nuestra vida.

Claves para no caer en la autocrítica que destruye

Ya sabemos que es inevitable caer en la autocrítica, sin embargo, está en nuestra mano orientar las propias críticas hacia lecciones constructivas e impedir que estas críticas se vuelvan dañinas y nocivas hacia nuestra persona. Si eres de los que se critica demasiado, sin un sentido o una justificación concreta para hacerlo ¡stop! Si continúas por ese camino sólo estás consiguiendo envenenarte a ti mismo. Bajar tu nivel de autocrítica es una decisión que puedes tomar ya, a partir de hoy mismo, así que ¿por qué no intentas hacerlo?

Plántale cara a lo negativo sin ignorarlo

Por mucho que intentes ignorar los pensamientos negativos que te vienen a la mente, éstos siempre estarán ahí. Así que, en vez de ignorarlos, empieza a registrarlos uno a uno. Para lograrlo, solo debes escucharte a ti mismo, y escuchar también esas voces tan desagradables que te dicen que todo lo que haces está mal.

Las críticas negativas no desaparecen porque no quieras atenderlas, así que no les cierres la puerta cuando las veas venir, y más bien, haz todo lo contrario, invítalas a pasar. Todas estas críticas traen, seguramente, una pista sobre ti que debes comprender y solucionar.

Reconoce todo lo que te sale bien

La segunda clave para hacer frente a la autocrítica que te destruye es empezar a adquirir la costumbre de agradecerte las cosas y felicitarte cuando algo te sale bien. Además de no tapar lo negativo, tienes que procurar poner también el foco en lo positivo y así vencerás la autocrítica destructiva que tanto daño te hace.