Puede decirse que en la vida hay dos tipos de personas. Los que comparten lo que sienten y los que no comparten lo que sienten. Si bien es vital expresar los sentimientos y validar cada una de las sensaciones que experimentamos, hoy nos vamos a detener en lo relacionado a compartir nuestros sentimientos, desde los más íntimos hasta los menos íntimos y en torno a este contexto, surge una duda. ¿Es bueno compartir lo que sentimos con otras personas? ¿Qué beneficios e inconvenientes puede tener esto?
Validar las emociones se traduce en una buena salud a nivel espiritual. Sin embargo, es importante guardarse información para uno mismo, para tener siempre algo que nos pertenezca, pero más importante es tener en cuenta que toda aquella información que otras personas tengan sobre nosotros puede actuar en nuestra contra, por ejemplo, a través de la manipulación.
Desde aquí lanzamos un mensaje, y es tener personas con las que desahogarnos, personas a las que hacer partícipes de nuestra vida. Al igual que también es bueno que aprendamos a expresar nuestros sentimientos. No obstante, la diferencia la encontramos en ser demasiado transparentes en algunos casos, porque al margen de que esa información pueda actuar en nuestra contra, también podemos herir los sentimientos de los demás.
Parece que la respuesta correcta no es ni una ni otra, pues lo apropiado es compartir los sentimientos con otras personas, pero reservarnos siempre alguna información para no dejar al descubierto toda nuestra esencia interior.
Expresar nuestros sentimientos con las personas más cercanas, las que nos quieren, nos conocen y nos comprenden, es una buena práctica, siempre y cuando sepamos mantener en el terreno de lo privado las cosas que no queremos que salgan a la luz.
El primer consejo para encontrar el momento adecuado para expresarnos, es aprender a mantener la distancia, analizar la situación y pensar antes de actuar por un impulso.
Lo segundo que es bueno tener en cuenta a la hora de contar a los demás nuestros sentimientos es el efecto contagio, como veníamos diciendo, ser conscientes de que no podemos absorber las energías de los demás. Al igual que tampoco estamos obligados a responder con confianza cuando la otra persona sí se ha tomado con nosotros una confianza a la hora de manifestar lo que siente.
Por descontado, la regla de oro para compartir lo que sentimos es escoger a la persona adecuada. Si nos formulamos en nuestro interior esta pregunta, nosotros mismos seremos capaces de descubrir a quién sí y a quién no.
Fuentes consultadas:
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