Todos y cada uno de nosotros podemos sentir en un determinado momento de nuestra vida que nos falta algo, que necesitamos algo más. En esto consiste esa sensación similar a la de un vacío existencial. Un vacío que habita en nuestro interior y que cualquiera de nosotros puede padecer en un momento de su vida, incluso, en aquellas situaciones en las que se puede tener todo lo necesario para ser felices. En estos casos un mar de sentimientos y emociones de fuerte intensidad se apodera de nosotros.
Un trabajo mejor, la pareja perfecta, amigos que nos correspondan, una familia, una posición social más destacada. Todos, absolutamente todos los seres humanos, deseamos alguna vez tener algo que la vida no nos ha dado, y en esa delgada línea llegamos a obviar lo que realmente tenemos y nos aporta felicidad.
Ahora, vamos a centrarnos en ese momento en el que nosotros mismos somos conscientes de que no le podemos pedir más a la vida, pero aún así experimentamos ese sentimiento ligado al vacío existencial. Lo primero que debemos tener en cuenta en un caso como este es que sentirnos así es completamente legítimo en estos casos. Es un contexto interno que debemos escuchar y atender por igual, especialmente porque gestionar cada una de nuestras emociones nos ayudará a paliar cada una de las sensaciones angustiosas ligadas a dicho vacío existencial.
A continuación descubrimos cuáles son los motivos que justifican ese vacío existencial, situaciones mucho más habituales de las que creemos y que nos alejan de esa sensación de estar completos. Sabiendo y reconociendo cada una de estas circunstancias, podremos trabajar internamente para gestionar la sensación de vacío, ponerle un nombre al dolor emocional y sentirnos mejor.
La pérdida de la esperanza y de la ilusión es una de las primeras causas que pueden llevarnos a experimentar el sentimiento de vacío existencial. Y es que, a veces, volcamos todos nuestros esfuerzos en cosas que nos aportan seguridad desde el punto material, y olvidamos aquellas cosas que nos hacen sentirnos verdaderamente bien en la vida. Esta actitud tan nociva es una de las principales causas de que perdamos la ilusión.
Para evitar esta angustiosa sensación, cerremos nuestros ojos por unos momentos y parémonos a pensar. Pensemos en las pequeñas cosas del día a día que nos llenan y que nos aportan felicidad. En ellas observaremos nuestro interior, lo que nos hace felices y encontraremos razones para sonreír.
Cuando caminamos por la vida sin habernos marcado antes unos determinados objetivos, es fácil que, en mitad de este camino, sintamos un vacío que parece no tener fin. Y es que, toda persona necesita marcarse unos propósitos vitales, en definitiva, saber lo que quiere en la vida para no caer en el sentimiento del vacío existencial planeando sus metas y objetivos correctamente.
Para sentirte mejor y dejar a un lado ese vacío existencial, apuesta por objetivos sencillos, fáciles de conseguir. Poco a poco cuando los vayas consiguiendo experimentarás una sensación placentera. Una sensación que te llenará porque te hará sentirte bien contigo mismo.
Cuando nos desconectamos de nuestro mundo emocional, lo normal es que empecemos a experimentar el sentimiento de vacío existencial. Y es que las emociones son una parte esencial del ser humano.
El sentimiento de que algo falta en la vida puede llegar a ser muy amargo y angustioso para quienes lo experimentan. Por ello, puedes poner en práctica una serie de consejos que te ayudarán a evitarlo:
El primero de ellos es identificar las causas que te llevan a experimentar este sentimiento. Sin embargo, para llegar a encontrar las verdaderas razones, deberás realizar un análisis interno muy profundo, y no quedarte simplemente en esa sensación superficial de malestar. Analiza, por ejemplo, con qué aspectos de tu vida te sientes insatisfecho, cuáles son las cosas que desearías cambiar en tu vida, y sobre todo, desde cuándo empezaste a sentir ese vacío existencial.
Hacer las cosas que verdaderamente nos gustan es la segunda claves para llenar ese vacío que en ocasiones podemos llegar a sentir. Y es que, hacer cosas que nos gustan es un ejercicio que nos llena de vitalidad en nuestro día a día y nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos y también con los demás. Eso nos ayudará a sentirnos realizados y satisfechos con lo que hacemos.
Finalmente, y no menos importante, es el hecho de aprender a valorar la incertidumbre de una forma positiva, empezando por tomar conciencia de que los cambios que nos trae la vida son buenos, y que de ellos podemos obtener siempre una valiosa lección de vida.
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