Hay muchos factores que explican la irritabilidad, desde el estrés o el haber pasado una mala noche a algo más serio e importante, como la depresión o incluso la bipolaridad. De hecho, cuando es considerada como un sentimiento, la irritabilidad se interpreta como un trastorno neuropsiquiátrico al que deberíamos prestar mucha atención, en especial cuando nos mostramos irritables con cierta regularidad. Por eso conviene conocer a fondo los síntomas de la irritabilidad, por qué la sentimos y qué podemos hacer para eliminar la irritabilidad.
Tenemos varios síntomas que delatan la irritabilidad de las personas. Uno de los más evidentes es la mala reacción hacia otras personas: se muestran irritables cuando te preocupas por ellos, algo que les puede provocar más estrés, otro de los síntomas -y explicaciones- de esa irritabilidad. A veces se muestran más cansados, con problemas para concentrarse en lo que hacen; y es posible que junto a la irritabilidad lleguen cambios en los patrones del sueño -insomnio- o en la alimentación, lo que puede hacer que ganen o pierdan bastante peso.
Dentro de los síntomas que nos permiten identificar a una persona irritable no podemos obviar los síntomas físicos. Más allá de los cambios de peso, pueden sufrir mareos, taquicardias, sudar más de lo habitual, reflejar problemas para respirar o dolor abdominal. A ellos hay que sumar los síntomas mentales o psicológicos, como la presencia del miedo y las inseguridades, la huida evitando ciertos temas, agobios, obsesiones o una alarmante falta de seguridad uno mismo a la hora de abordar cuestiones que antes trataban sin problema.
Ya hemos señalado algunas de las causas de la irritabilidad, como el estrés, pero los orígenes de este trastorno son muy diversos. En ocasiones, detrás de la irritabilidad se esconde una depresión, y ahí el origen de la irritabilidad lo encontramos en la tristeza que sentimos. En ese caso hay que ser muy sensibles con quien padece este trastorno, ya que puede llegar a hacer cualquier cosa sin miedo a las consecuencias negativas, creando así un perturbador estado de inestabilidad que puede llegar a ser devastador.
También relacionado con el estrés, nuestro día a día puede generar situaciones de ansiedad que afectan al humor de las personas, volviéndolas más irritables. Puede ser algo pasajero, pero si ves que se mantiene en el tiempo quizá deberías plantearte acudir al médico. Por último, la irritabilidad puede estar provocada por problemas de salud que nos provocan esta reacción, desde un diagnóstico inicial de Alzheimer hasta diabetes, hipotiroidismo o un simple resfriado.
Entonces, ¿es posible acabar con la irritabilidad? Sí, pero no es nada fácil. Lo primero de todo será encontrar el equilibrio, empezando por la aceptación de la imperfección. Nada ni nadie es perfecto, todos tenemos nuestros pequeños fallos y defectos así que tendremos que saber convivir con ello. Y a la hora de hacerlo cuestiones como saber perdonar o agradecer al resto del mundo sus actos es una buena herramienta para hacer frente a la irritabilidad. Esto debería ayudarte a ampliar tu perspectiva y no preocuparte tanto por las pequeñas cosas, e incluso a canalizar esa rabia y energía nerviosa.
Puedes canalizarla practicando deporte, pero también puedes practicar meditación para obtener sus beneficios espirituales, actividades que nos ayudan a respirar de forma mucho más lenta y pausada, de forma que el cuerpo se relaja y así la irritabilidad desaparece. No podemos pasar por alto la dieta, que más allá de ser sana y equilibrada, con todo tipo de alimentos, debe incluir mucha agua. En cambio, el alcohol y la cafeína se deberían reducir, o incluso eliminarse, ya que pueden ser otras fuentes de irritabilidad. Pero sin lugar a dudas lo mejor que puedes hacer es identificar esa fuente de irritabilidad y cortar con ella.
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