Es un pesado lastre del que a veces somos conscientes y a veces no. El resentimiento, con sus mil matices, es sentimiento dañino, que acumula rabia y rencor hasta formar una profunda herida que no quiere curarse, ni perdonar u olvidar a quien la ha provocado. Estas son las principales características del resentimiento y su forma de actuar.
En ese momento que nos dejamos llevar por el rencor entramos de lleno en las fases del enfado, sentimos que alguien ha sido injusto con nosotros, estamos temporalmente disgustados porque algo no ha salido como esperábamos o no podemos evitar cierta animadversión hacia una persona porque nos ha hecho daño o ha actuado contra nuestros intereses… reacciones normales. Pero el concepto de resentimiento es más otra cosa. Es un cúmulo de emociones como la rabia, y malestares como la injusticia, impotencia. Una impotencia que se autoalimenta durante un periodo de tiempo más o menos largo y van creciendo hasta que el resentimiento se convierte en un sentimiento negativo que siempre va dirigido contra alguien o contra algo.
¿Alguna vez te has preguntado qué quiere decir el resentimiento? Pues bien, el resentimiento está catalogado como un sentimiento negativo, un sentimiento intenso que es propio de las personas tóxicas, capaz de desequilibrar alma, mente, cuerpo y espíritu. Hay que intentar superarlo porque en los casos más extremos, el odio y deseo de venganza que implica impide disfrutar de la propia vida.
Si bien un enfado es una emoción pasajera el resentimiento es un sentimiento peligroso que conviene analizar con detalle para detectarlo a tiempo y eliminarlo cuanto antes de nuestra existencia. Y además, cualquiera puede convertirse en el foco del resentimiento de otro.
Las personas resentidas siempre se sienten víctimas de algo. A decir verdad, no es culpa suya experimentar esos “malos” sentimientos hacia los demás. Son los otros, con sus actos o actitudes, los responsables de su sufrimiento. Su resentimiento es, por tanto, “lógico”. Además, ante la pregunta de cómo se refleja el sentimiento en una persona hay algo que se manifiesta en casi todas las personas. Hay dos sentimientos básicos ligados al resentimiento uno de ellos es el odio, un proceso que se ve reflejado a través del disgusto o por ejemplo la antipatía. Y, en segundo lugar el deseo de venganza, esa espinita del rencor que hace que la persona que lo padece sienta algo así como la necesidad de castigar a la persona culpable de sus males. Por supuesto, también encontramos la sensación de injusticia ese momento en el que una persona considera que ha sido dañada por otra y que la causante sí o sí debe darse cuenta.
El resentimiento siempre va a más. Hay que tener en cuenta que en la mayoría de las ocasiones la persona sobre la que recae ese resentimiento ni siquiera es consciente de la situación. Puede decirse, en algunos casos que ante la insolvencia para tratar esa inseguridad que viene ligada al resentimiento nos encontremos ante una persona cuya autoestima es baja. Por ejemplo, imagina: culpas a tu compañero de trabajo de todos tus males y de tu falta de ascensos en la empresa, a partir de ahí se se desencadena el resentimiento, pero él te trata como si no ocurriese nada… la ira crece, la desconfianza también. El deseo intenso de que todo le vaya mal es imparable. En cada nueva situación compartida, o simplemente cada vez que te encuentras con esa persona, el resentimiento se hace más fuerte.
Una persona que esté inmersa en el resentimiento sufre. Vuelve una y otra vez a rememorar la situación que supuestamente ha causado su malestar. En muchos casos, una persona con resentimiento distorsiona esa realidad para encontrar justificación a esas sensaciones de rencor y deseo de venganza que le impiden relacionarse con los demás y ser feliz.
Las consecuencias de vivir con resentimiento suelen ser la desconfianza hacia casi todo y todos y la actitud hostil generalizada. Cuando el resentimiento es realmente fuerte, puede llegar a convertirse en un problema psicológico que necesita tratamiento especializado. Alguien resentido puede reaccionar mal, incluso de manera violenta, ante situaciones cotidianas que su mente interpreta como nuevos “ataques”.
Hay que entender la experiencia tormentosa que vive una persona resentida, que puede llegar a creer que solo vengándose encontrará la paz y la tranquilidad de su espíritu. Las trastornos alimenticios o de sueño, las dificultades de concentración, que pueden afectar incluso al ámbito laboral, los problemas en las relaciones familiares o a la hora de entablar nuevas amistades son algunas de las consecuencias que padecen aquellos que se ven atrapados en la cárcel del resentimiento.
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