Nuestra ropa, las costumbres, las reacciones y los coches que llevamos. La sugestión está presente en toda nuestra vida y nos condiciona enormemente. Se trata de un poder que puede controlar nuestras emociones mucho más de lo que creemos.
Cuando un conocido nos cuentan que le han robado, seguramente nuestro miedo a que nos pase lo mismo aumente. Se trata de información que inconscientemente se ubica en nuestra mente y la controla. ¿Sorprendente verdad?
Cuando hablamos de sugestión nos referimos a un proceso psicológico que hace que las personas seamos manipuladas por un estímulo que recibimos. Ese estímulo puede ser una historia que nos cuenten, una escena que vivimos, una imagen o una situación en particular. En definitiva, es la forma que tienen las cosas vividas de cambiar nuestras emociones, tanto emociones positivas como emociones negativas. Así es la vida.
Se trata de un fenómeno que forma parte de un proceso. Es algo inconsciente y mediante él, la persona experimenta sensaciones que alguien o algo le ha inducido. La sugestión es un concepto antiguo, de hecho, en muchas culturas antiguas se utilizaba y se relacionaba con experiencias mágicas. Nuestra mente comienza poco a poco de interiorizarlo y de ahí se encuentra la raíz que justifica lo mucho que nuestros pensamientos influyen en nuestras emociones y por tanto en lo que sentimos en cada momento.
Es tan sencillo como cuando escuchamos una noticia trágica. Esta se instala en nuestro subconsciente y tendemos a estar alerta ante este hecho. Eso puede variar nuestra forma de actuar, y, sobre todo nuestra forma de sentir. La sugestión tiene un gran poder sobre nosotros. Puede influir en decisiones notables en nuestra vida y darnos alas para hacer cosas que jamás hubiéramos pensado. Y es que, dependiendo de la información que tengamos en nuestra cabeza, influirá en nosotros de una manera u otra.
Si queremos saber hasta donde nos influye este proceso psicológico, podemos encontrar numerosos ejemplos, en los que la sugestión actúa sobre nosotros y nos manipula sin darnos apenas cuenta. Se trata de un instrumento eficaz y poderoso, y podemos verlo más claramente en varios ejemplos.
Para empezar, la sugestión puede hacer que nos creamos más inteligentes. Un experimento científico ha demostrado que con la utilización de un placebo que afirma aumentar la atención, los sujetos conseguían de verdad estar mucho más atentos. Del mismo modo sucede con el deporte, y es que, cuestiones tan absurdas como tener los calcetines de la suerte en un partido de fútbol, puede cambiar enormemente el rendimiento del jugador.
También la sugestión puede hacer que ciertas comidas nos gusten más y las disfrutemos como algo fuera de serie simplemente si nos dicen que se tratan de productos gourmet. No importa si en verdad lo son o no, el caso es que, la información se implanta en nuestra cabeza y tendremos la sensación de estar probando el mejor bocado que hayamos comido. Se trata de una gran variedad de situaciones en la que nuestras acciones, emociones y percepciones han sido alteradas sin apenas darnos cuenta. Por eso, recobra en este punto la importancia de no reprimir nuestras emociones, porque este es el poder del proceso psicológico de la sugestión.
En cuanto a los tipos de sugestión podemos definir los siguientes.
La sugestión directa es la que ejercen individuos sobre los demás. Ellos pretenden manipular y persuadir con ideas que pueden llegar a ser peligrosas. Para hacerlo, intentan jugar con sus emociones, de modo que el pensamiento lógico deje de tener sentido. Y es que, manipulando el miedo por ejemplo, se pueden conseguir grandes resultados. Es la que ejerce una pareja, un jefe o incluso un político.
En cuanto a la sugestión indirecta, es algo más confusa. Si bien la promueven personas o instituciones, lo cierto es que no lo hacen conscientemente, pero sí que afecta en las emociones de las personas. Un ejemplo son las creencias religiosas.
La sugestión hipnótica se utiliza como método terapéutico. Se utiliza para que la persona encuentre aquello que le daña y lo consiga eliminar, aunque su eficacia no es muy elevada.
Por último, la autosugestión es el tipo que está más presente en nuestras vidas. Es el que nos lleva a pensar que tenemos una enfermedad grave aunque no hayamos acudido al médico, incluso podemos sentir el dolor.
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