La indiferencia es uno de los mayores males del ser humano, un castigo eficaz, algo que hace sentirnos invisibles, impotentes, desamparados. Y es que, nos guste o no somos seres sociales, necesitamos de la comunicación, por eso, cuando nos la niegan nos sentimos tan mal. Sobre todo si la indiferencia viene de alguien a quien apreciamos ese típico "pasa de mí" o esa sensación de vacío. La verdad es que sentir la indiferencia de alguien es muy doloroso, pero como todo, lo podemos gestionar y llevarlo de otro modo.
La indiferencia de una persona afecta a nuestra autoestima, especialmente cuando se convierte en un dolor intenso, es como el rechazo social. Da igual lo alto que sea nuestro nivel de inteligencia emocional o lo seguro que estemos de nosotros mismos. Si nos rechazan duele, y duele justo en lo más profundo de nuestra autoestima aunque lo intentemos evitar.
Puede que una persona o sienta lo mismo que nosotros por ella que se le olvide contestar, que no le apetezca. Es duro pero es así. Que nosotros estemos implicados emocionalmente con alguien no quiere decir que tengan que respondernos ante nuestras demandas. Por otro lado, hay quien utiliza la indiferencia cuando se siente abrumado por sus sentimientos, es decir, te quiere mucho pero se asusta, y necesita alejarse para protegerse de esos sentimientos hasta que da con una forma para expresarlos.
También puede que la indiferencia sea fruto de algún problema interior de esa persona. La necesidad de espacio es una de las causas más comunes, y es que, a veces las personas se encierran en ellas mismas durante un tiempo. Por último, y la causa más peligrosa es la manipulación o el chantaje emocional. Aquí es cuando se utiliza la indiferencia para hacer daño, para tener el control de una relación y castigar al otro.
Si estás pasando por una situación en la que alguien es indiferente contigo y estás sufriendo por ello, vamos a darte algunos consejos para que puedas solucionarlo.
Lo primero que podemos hacer ante esa indiferencia es hablar con esa persona, abrirnos, decirle con asertividad cuáles son nuestros sentimientos, de esta forma sabremos si esa persona se ha comportado de una forma que a nosotros nos ha herido porque tenía una posible justificación o si realmente actúa así o su grado de implicación es diferente al nuestro.
En segundo lugar, cuando sufrimos la indiferencia de una persona puede que la mejor opción sea alejarse, especialmente si nos damos cuenta que sus intereses no son tan sanos como parecían o que si de lo que se trata en realidad es de una falsa amistad, sería el caso de una persona tóxica que lo que puede estar haciendo es manipularnos. Es importante en estos casos bajar las expectativas que se tienen sobre otras personas para no salir mal parados, pues de ese modo, el dolor será inferior.
En tercer lugar, cuando sentimos la indiferencia de otras personas podemos darles espacio si son los casos en los que una persona puede sentirse saturada. En estos casos nuestra actitud debe ser activa, sobre todo para no presionar en exceso a esas personas. Todo el mundo tiene sus tiempos, sus procesos y deben ser respetados.
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