El hecho de que te salga alguna cana o de que te canses más que antes indica a nivel físico que te haces día a día más mayor. Eso es inevitable y seguro que todos hemos notado en nuestro cuerpo los efectos del paso del tiempo. Pues bien, algo muy distinto es madurar, y es que, no crecemos emocionalmente al mismo tiempo que cumplimos años, sino que se trata de un trabajo que tenemos que hacer. Y es que madurar requiere un aprendizaje y cierta experiencia. A veces evolucionar en el terreno de nuestras emociones es complicado, pero siempre vale la pena.
Seguro que conoces a personas de 40 años que parece que tengan 15 y a gente de 20 que asume la vida de una forma totalmente envidiable. Si bien es cierto que la edad nos aporta experiencias y estas nos ayudan a madurar, será la actitud que le pongas a la vida la que te permita madurar emocionalmente y eso es una realidad. A continuación te damos algunos consejos que te vendrán bien para madurar paso a paso y estar en constante evolución.
Esto no quiere decir que te conviertas en una persona aburrida ni seria o que cumplas con tus obligaciones impuestas de ir a trabajar. Esto quiere decir que asumes que tú y solo tú tienes el poder de tu propia vida. Se trata de hacerse cargo de nuestros problemas, de tomar nuestras decisiones, dejar de culpar a los demás por las desgracias que nos pasan. Tú coges la riendas de tu vida y solucionas tus propios problemas. Así que ya sabes para madurar emocionalmente asume todas tus responsabilidades porque la vida es complicada en muchas ocasiones, pero al final todo depende de ti.
Pues bien, sea lo que sea, culpemos a quien culpemos, solo nosotros tenemos la responsabilidad de seguir con nuestro camino y de arreglarlo, porque los únicos responsables de nuestra propia vida somos nosotros. Entender este punto es una señal de madurez que nos dará otra perspectiva de la vida.
Muchas veces nos aferramos a personas o situaciones que no hacen más que dañarnos. Puede parecer absurdo pero la verdad es que es una situación de lo más habitual. Tenemos miedo a sentirnos rechazados o juzgados y nos aferramos a cualquier relación, sea del tipo que sea, con tal de mantenerla y sentirnos queridos. Por ello, si quieres madurar, tienes que entender que tú eres una persona válida y que no importa si no le gustas a todo el mundo, de hecho, seguro que a ti no te gusta todo aquel que conoces. El caso es que, si algo te hace daño, si una persona te pisotea o se aprovecha de ti, dejarla marchar será una señal de madurez.
Te sorprendería la cantidad de veces que una persona se queja a lo largo del día, si quieres averiguarlo cuenta tú mismo las veces que lo haces. Seguro que te dejas alguna y aún así, verás como no te caben en los dedos de las manos. El caso es que, quejarse no nos lleva a ningún sitio, sobre todo si nos quejamos de cosas que no están en nuestro control o que no son culpa de nadie. Nos quejamos porque llueve, porque es pronto o tarde, nos quejamos porque tenemos calor y nos quejamos de las cosas más absurdas. Las quejas no nos hacen ningún bien y son un síntoma de que no tomamos el control de nuestra vida y no estamos madurando. Por eso, un paso importante para madurar es dejar de quejarse.
Asumir que somos humanos y que nos equivocamos no es nada fácil, sin embargo, además de ahorrarnos muchos dolores de cabeza, hacerlo nos ayudará a tener más éxito en cada cosa que hacemos. Y es que, aprender de nuestros errores es una de las grandes lecciones de la vida, y cuando seas capaz de aprender de los errores habrás madurado y llegado un poquito más lejos.
Se trata de una forma de apostar por ti mismo, de no estancarte ante cualquier impedimento y de ponerle ganas a la vida. Al final, si te equivocas, aprendes, y entender este punto es una de las claves del éxito.
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