Sonriente, amable, divertido, siempre con buena cara...¿Te consideras una persona simpática? La palabra simpatía procede del vocablo griego “sympatheia”, y hace referencia a todos aquellos sentimientos y sensaciones de afinidad que profesamos de manera natural y espontánea.
La simpatía es un sentimiento que nace de forma espontánea cuando nos sentimos bien con las personas que tenemos a nuestro alrededor. Pero también la simpatía forma parte de la personalidad de un individuo, especialmente, cuando ésta se refiere a su carácter y a su forma de ser afable y agradable con los demás. Desde el punto de vista de la psicología, la simpatía es aquella parte afectiva de la personalidad que moviliza la actitud de una persona cuando ésta se encuentra en una situación cómoda y agradable. Pero, ¿qué pasa cuando somos simpáticos en exceso? ¿Puede ser eso negativo a nivel emocional?
Según la experta, Teresa Sánchez, profesora del Departamento de Psicología Básica de la Universidad Pontificia de Salamanca explica:
"Para sentir simpatía, es preciso desarrollar una identificación imaginativa que nos requiere un gran esfuerzo mental".
Las personas muy simpáticas despiertan en los demás un sentimiento muy especial y consiguen hacerlas sentir bien, estar felices. Y es que, las personas simpáticas suelen sonreír siempre, aunque no estén pasando por su mejor momento. Sin embargo, caer en la extrema simpatía puede ser negativo, si se genera cierto recelo en otras personas que intentan tomar partido de esa simpatía y amabilidad. Por ello, las personas demasiado simpáticas deberían evitar:
El afán por ser amables y caer bien a los demás hace que las personas demasiado simpáticas tengan muchas dificultades para negarse a cosas que, en realidad, ellas mismas no ven bien. Por ello, decir No se convierte en una verdadera lucha para ellas porque el hecho de negarse a algo les hace sentirse realmente mal. Sabemos que este proceso puede ser complicado, pero por ejemplo, para aprender a decir no, lo que mejor nos puede venir en estos casos es pensar en primer lugar para comprobar qué es lo que realmente deseamos hacer.
Otro de los problemas que suelen tener las personas demasiado simpáticas es la capacidad de perdonar fácil y de inmediato a los demás. Y aunque perdonar es siempre una acción bondadosa y deseable, lo cierto es que es conveniente razonar el perdón durante un periodo de tiempo, y no lanzarse inmediatamente a perdonar a los demás, sin haberlo antes meditado. De este modo, el nuevo acercamiento puede ser mucho más respetuosos, especialmente para nosotros mismos y para nuestra autoestima.
Sin embargo, y a pesar de que ser simpático puede generar algún que otro problema con los demás, lo cierto es que nadie debería arrepentirse de ser una persona muy simpática pues, según un estudio realizado en la Universidad de California (UCLA), las personas más simpáticas son también aquellas más hábiles desde el lado de la inteligencia emocional.
Y es que, según revela esta investigación, ser simpático tiene muchas más ventajas que ser antipático porque: las personas simpáticas son siempre más genuinas, porque también son personas con menos prejuicios, y porque las personas simpáticas saben identificar cuál es el momento más adecuado para abrirse a los demás.
Ser demasiado simpático y querer complacer son dos comportamientos que pueden parecer similares pero tienen diferencias importantes.
Significa que una persona siempre busca agradar a los demás, incluso a expensas de sus propias necesidades o deseos. Puede ser una forma de evitar conflictos y mantener la armonía, pero también puede llevar a la falta de autenticidad y a la sensación de que la persona está actuando de manera falsa.
Por otro lado, querer complacer significa que una persona quiere hacer algo bueno para alguien más, y lo hace de manera genuina y auténtica. Aunque también puede llevar a evitar el conflicto, la diferencia radica en que la persona actúa desde un lugar de deseo de hacer algo bueno para otra persona, en lugar de actuar sólo para agradar y ser simpático.
En resumen, ser demasiado simpático puede llevar a la falta de autenticidad y a la sensación de que la persona está actuando de manera falsa, mientras que querer complacer puede ser una forma de hacer algo bueno para otra persona de manera genuina y auténtica. Es importante tener en cuenta que la clave está en encontrar un equilibrio saludable entre satisfacer las necesidades propias y las de los demás.
La preocupación por querer caer bien a todo el mundo puede ser un problema común, especialmente en aquellos que tienen una necesidad de validación y aceptación de los demás. Aquí te explicamos algunas cosas que pueden ayudar:
En general, es importante recordar que no siempre es posible complacer a todos y que está bien si algunas personas no te agradan. La clave es trabajar en ti mismo/a y aprender a aceptarte y amarte a ti mismo/a.
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