Emociones

¿Envidia sana? Mitos y verdades

¿Existe algo como la envidia sana? La envida es uno de esos sentimientos que despiertan emociones de todo tipo. Por una parte tendemos a asociar la envidia con los problemas, como algo malo que nos minará la autoestima; pero por otra parte hablamos de envidia sana a esa envidia que es el mejor estímulo posible para afrontar los retos de nuestro día a día y tratar de parecernos un poco más a personas de éxito. Pero antes de abrir el debate sobre la envidia sana conviene definir el concepto de envidia.

Qué es la envidia

A grandes rasgos, podríamos definir la envidia como el sentimiento que nos provoca el deseo de tener algo que no tenemos, pero que otros sí que tienen. En nuestro interior creemos que ese algo debería ser nuestro de cualquier forma, y esa envidia puede exteriorizarse en forma de sentimientos como la ira o la rabia. Pero la cosa no acaba aquí, las personas envidiosas se caracterizan por creer que la otra persona tiene ese algo de forma inmerecida: lo merecemos nosotros, no ellos, y no somos capaces de asimilar esa situación.

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Como habrás podido controlar la codicia siempre va de la mano de la envidia, aunque encontramos una excepción: la envidia sana. Si le añadimos el adjetivo sana a la envidia nos encontramos con un sentimiento alejado de la codicia. Realmente la codicia es la clave de la envidia, así que la envidia sana no entraría en el concepto tradicional de envidia, de ahí que podamos hacer esa diferencia entre envidia (mala) y envidia sana (buena). Y, como decíamos al principio, la envidia sana tiene un enfoque más positivo o estimulante que la destructiva envidia. Una vez más es preciso reforzar la idea de detectar los sentimientos y expresarlos posteriormente. Y es que si nos dejamos llevar por lo que sentimos y no nos paramos a pensar, entonces hasta el dicho enfoque positivo que puede tener la envidia sana se puede ver trastocado.

Qué debo saber sobre la envidia sana


Sin embargo esto no quiere decir que la envidia sana siempre sea positiva. No es tan desagradable como la envidia convencional, pero puede hacer que nos obsesionemos con ese algo que antojamos o que añoramos, impidiendo que le prestamos atención a lo que tenemos. Puede ser algo que en el pasado hemos tenido o algo que hasta ahora ignorábamos, pero que después de verlo en alguien nos ha despertado el antojo. Incluso tampoco tenemos la garantía de sufrir posteriormente el sentimiento de culpa como resultado de nuestras acciones. De esta forma podemos desmontar el mito de que la envidia sana es buena.

Otro de los mitos sobre la envidia sana dice que nace de nuestra alegría por los éxitos de los demás, pero como quizá hayas podido comprobar por tu experiencia no tiene nada que ver. El origen de la envidia sana lo encontramos en la competitividad y el individualismo que imperan en la sociedad actual, y ese estímulo que nos impulsa a actuar para conseguir lo mismo que los demás nos llega porque, si no cumplimos nuestra menta, podemos quedar desplazados. La superación personal y el éxito es algo que se consigue con tiempo, trabajo y esfuerzo. Será mejor que centremos nuestros objetivos en eso y no en cómo les funciona a los demás.

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El bienestar de la persona individual es el fin máximo de la envidia sana, pero aquí encontramos un importante matiz diferenciador con la envidia pura, la maligna: el deseo del mal ajeno. Alguien que sea envidioso deseará lo que tiene la otra persona por todos los medios, lo que puede incluir hacerle daño con tal de conseguirlo. En cambio, quienes sienten envidia sana serán más legales a la hora de buscar el camino para cumplir con su objetivo, sin dañar a la otra persona. Incluso podría pedirle ayuda.

Así, llegamos a la conclusión de que la envidia nunca es buena. Sobre la envidia pura no teníamos ninguna duda, es uno de los sentimientos más desagradables que podemos expresar hacia alguien o algo, mientras que la envidia sana no es más que una forma camuflada de envidia. No llega a los mismos niveles que la envidia pura, está claro, pero la ausencia de codicia no es excusa. Eso sí, a la hora de sentir envidia, mejor que sea sana.

Pau Sisternas

Graduado en Periodismo y comunicación por la Universitat de València. Postgrado en formación del profesorado de Español como Lengua Extranjera. Periodista, blogger, community manager, apasionado del deporte y atleta en mi tiempo libre. De Valencia, intento vivir de lo que más me gusta escribiendo en blogs. Aficionado a cualquier deporte, adicto a las series, creo que las películas se disfrutan más con palomitas. Aunque suene a tópico, a mi también me gusta leer, viajar y la buena comida.

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