Construimos vínculos afectivos, favorecemos la participación e interacción y facilitamos la inclusión. Así es la forma en la que funciona ese sentimiento de pertenencia a un grupo, como la familia o los amigos.
Todas las personas somos seres sociales por naturaleza, y por ello es que necesitamos tener a nuestro lado a otras personas con las que sentirnos identificados o con las que compartir determinadas ideas es lo que arraiga más aún este concepto. El sentimiento de pertenencia en sí lo que hace es producirnos satisfacción por sentirnos integrados y en esa palabra encontramos el significado de este sentimiento del que hablamos: la satisfacción, la integración. En esta línea, Janine Puget definió el sentimiento de pertenencia de la siguiente forma:
"Confirmar una de las vertientes del sentimiento de pertenencia o la necesidad de encontrar o inventar razones y motivos para vincularse a otro o a un espacio".
En base a esta cita, cuando hablamos de pertenencer a un grupo hablamos de formar parte de todo un conjunto de individuos, así como de apoderarnos de una idea.
En el año 1954, Maslow definió el sentimiento de pertenencia como todo aquel sentimiento de arraigo e identificación de un individuo con un grupo o ambiente determinado. Sin embargo, es toda una realidad que el sentimiento de pertenencia influye también de forma directa en el desarrollo emocional, en el comportamiento, en la salud y en el bienestar de una persona. Las etapas de nuestro desarrollo emocional dan comienzo desde nuestros primeros meses de vida, pero es especialmente en nuestros 4 primeros años de vida cuando la vinculación a los grupos tiene un mayor valor y una mayor repercusión en nuestra forma de ser.
Esto explica que una persona que no siente vinculación a ningún grupo, puede sentirse triste, angustiada y sola. Pero además de darle sentido a nuestra vida, el sentimiento de pertenencia influye en la identidad de nuestro propio yo, y es que, a medida que vamos creciendo, las personas somos capaces de ir ampliando los grupos a los que nos sentimos unidos.
Porque en función de cómo nos perciben los demás, de los mensajes que recibimos de ellos y del afecto que nos brindan, las personas nos vemos de una u otra manera. Por ello, el sentimiento de pertenencia a un grupo nos ayuda a crear un concepto de nosotros mismos y va a influir directa e indirectamente en nuestra autoestima.
Pertenecer a un grupo nos ayuda a crecer como personas, y nos aporta muchas ventajas y beneficios desde el punto de vista social y personal. Descubrimos qué aspectos de ese sentimiento de pertenencia intervienen de forma positiva en la construcción de nuestra identidad.
La pertenencia al grupo nos aporta un crecimiento personal continuo y nos hace sentirnos realizados, porque el hecho de relacionarnos con otras personas nos hace vivir experiencias nuevas que contribuyen a que nos mantengamos unidos.
El hecho de pertenecer a un grupo también nos confiere una sensación de confianza fundamental para alcanzar el bienestar emocional. Las personas que forman parte de nuestro grupo pueden ayudarnos a sentirnos más queridos y comprendidos. Además, el grupo nos aporta la sensación de seguridad, ya que el hecho de unirnos a otras personas, nos hace sentirnos más arropados ante la vida.
Tener a nuestro alrededor a familia y amigos que nos quieren y nos respetan, nos hace sentirnos más valorados y reconocidos por nuestro círculo social y esto, como es obvio, contribuye a que mantengamos un buen estado de ánimo ante la vida. Sin embargo, esto también puede tener su parte negativa, puesto que el sentimiento de pertenencia incide en la aceptación social, es decir la delgada línea que existe con respecto a la necesidad de aprobación.
El hecho de pertenecer a un grupo nos da la posibilidad de participar en determinadas actividades y rutinas en las que estando solos, jamás seríamos capaces de participar. Eso nos abre la mente y contribuye a que ganemos nuevas experiencias en nuestra vida. Al mismo tiempo, al establecer contacto con otras personas, también descubrimos ciertos tipos de personalidad, en los cuáles podemos desde sentirnos identificados hasta huir de esos patrones de comportamiento porque no deseamos ser así. En definitiva, nos enriquece como personas.
Fuentes consultadas:
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