En el lenguaje cotidiano solemos confundir los términos personalidad, carácter y temperamento, pero conviene saber que éstos no son exactamente lo mismo. Si bien estos tres conceptos pueden definir nuestra forma de ser, cada uno tiene un papel decisivo sobre la construcción de nuestro ser. Hoy te contamos el valor de cada tipo de personalidad, lo que configura nuestro carácter y lo que da lugar al temperamento y la fuerza interna de cada ser.
Desde el mundo de la psicología nos han llegado un gran número de definiciones de la personalidad. Sin embargo, la más común es la que la define como un conjunto de emociones, sentimientos y conductas que definen el comportamiento del ser humano.
Se puede decir que la personalidad es el concepto que engloba el carácter y el temperamento de una persona, pero no está sujeto exclusivamente a la herencia genética, sino que también es una consecuencia directa de las experiencias personales que ha vivido cada persona. La personalidad es pues, un distintivo que nos hace únicos e irrepetibles ante el resto de seres humanos, y siempre permanece estable en el tiempo y ante las distintas circunstancias que tienen lugar en la vida.
Ya en el año 1947 el conocido psicólogo Hans Eynseck definió la personalidad como "la suma total de los patrones de conducta, actuales o potenciales, de un organismo determinados por la herencia y el ambiente".
Si la personalidad de cada ser humano viene determinada tanto por su herencia genética como por las influencias ambientales, el carácter de una persona, sin embargo, viene exclusivamente marcado por el ambiente en el que se mueve cada persona y carece de componentes genéticos que lo determinen.
Por lo tanto, al no ser algo heredado, el carácter no se manifiesta desde edades tempranas, sino que se forma y se empieza a manifestar a medida que la persona va madurando y adquiriendo nuevas experiencias vitales.
Por ello, los psicólogos aseguran que el carácter de una persona adquiere su punto más álgido en la etapa de la adolescencia, en la que las personas nos vamos enfrentando a situaciones reales de la vida. La principal diferencia que existe entre el carácter y la personalidad, además de que éste no contiene componentes de herencia genética es que el carácter, sin embargo, sí que puede ser modificado y es susceptible de sufrir cambios a lo largo de la vida.
Al contrario que el carácter, el temperamento es aquella parte de la personalidad que viene determinado en exclusiva por antecedentes genéticos, y que no está marcado por las experiencias externas, como ocurre con el carácter.
Por ello, desde el ámbito de la Psicología, el temperamento es la dimensión de la personalidad que antes se puede estudiar, dado que es la parte de la personalidad del ser humano que antes se muestra. De hecho, al ser un elemento de origen genético y fruto de la herencia genética de cada persona, resulta lógico afirmar que el temperamento no se puede modificar, cambiar o manipular en función de las distintas experiencias que le toque vivir a cada persona.
Una vez definidos los tres conceptos, podemos decir que:
Fuentes consultadas:
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