¿Por qué es tan difícil admitir un error o disculparse? A menudo la causa es una gran inseguridad, el miedo a mostrar la propia debilidad y ser juzgado por los demás.
La frase "Errare humanum est", frase de que verbalizaba San Agustín en sus sermones, se ha convertido un aforismo que a día de hoy ha entrado en el lenguaje común, porque a menudo se usa para mitigar las consecuencias de un error o un sentimiento de culpa. Detrás de estas palabras al menos hay una conciencia del error cometido, pero ¿Qué es lo que sucede cuando te encuentras ante una persona incapaz de admitir que se equivocó o que cometió un fallo?
Seguro que en más de una ocasión te has encontrado con gente a la que le cuesta mucho admitir que se ha equivocado, incluso, puede que tú mismo hayas adoptado esta actitud alguna vez en tu vida y te ha costado un tiempo ser tanto crítico como reflexivo contigo mismo.
La equivocación es una acción puramente humana, ya que todas las personas que vivimos en el mundo nos equivocamos alguna vez en la vida. Sin embargo, hay gente a la que le cuesta mucho admitir sus propios errores y equivocaciones. Tal es el caso que esta cuestión pasa a formar parte del tipo de personalidad. ¿Por qué? En este artículo de Refugio del Alma lo comprobamos.
Ni siquiera es suficiente en muchas ocasiones con darles una prueba clara del error han cometido. Algunas personas, con tal de no admitir sus faltas, mostrarán una capacidad superlativa para andarse por las ramas, para revertir la situación, para salir adelante arreglando todo para hacer como si no hubiera ocurrido nada.
Quien es incapaz de admitir sus errores es muy a menudo una persona narcisista, es decir, esa persona que está dispuesta a hacer público cualquier tipo de éxito que haya logrado, cualquier meta alcanzada, pero que nunca serán capaces de mostrar un signo de debilidad o reconocer un error que hayan cometido! Lo que nunca hará un narcisista es disculparse cuando comete un error o comete errores. Esta actitud no es más que la consecuencia de una persona dominada por su propio egocentrismo y falta de disponibilidad hacia quienes le rodean.
Del mismo modo, es incapaz de admitir a los suyos que en realidad tiene dificultad para compararse con los demás, para vivir una vida social normal como se entiende en la sociedad.
¿La razón? Inseguridad, o mejor aún, baja autoestima.
Admitir que ha cometido un error o que está equivocado sería intolerable, incluso chocante. Los mecanismos de defensa mental que adoptan las personas inseguras incluso modifican los hechos que han sucedido en su mente para no hacerlos más insoportables y para no sentirse culpables o equivocados.
Y luego están aquellos que son demasiado orgullosos y por esta razón no pueden disculparse o admitir un error. Una persona orgullosa suele tener una personalidad fuerte y de hecho cree que siempre son los demás los que se equivocan, siempre espera una disculpa de los demás y es, en la mayoría de los casos, una persona presuntuosa. Se necesita poco para comprender que el orgullo no te permite vivir bien y que solo conduce a malentendidos con los demás y contigo mismx.
El problema vuelve a ser la inseguridad, el orgulloso es incapaz de admitir sus errores por miedo a mostrarse más débil ante los demás, por miedo a ser juzgado o incluso herido por mostrarse dócil. En este caso es importante entender que admitir los errores que uno comete, y debe aprender a dar voz a la otra persona, esto último no es en sí mismo negativo ni mucho menos. Tal actitud ayuda a reducir la imagen que tienes de ti mismo y a ser una mejor persona.
El mundo sufre hoy la rara enfermedad de la infalibilidad, esto significa que todos persistimos en querer dar a los demás la imagen de personas muy eficientes, a lo cual se contrapone la posibilidad de disculparse y admitir que se ha cometido un error porque en nosotros existe la idea básica de que admitir un error equivale a mostrarse débil.
Los errores que a menudo cometemos, suelen ser difíciles de asimilar y, pese a que apliquemos las mejores intenciones para admitirlos, es inevitable que alguna vez en la vida nos cueste reconocer que estamos equivocados. Los psicólogos le han puesto nombre a esta conducta, a través de la cual, nos cuesta reconocer nuestros propios errores, y lo han llamado 'disonancia cognitiva'.
La disonancia cognitiva es, por lo tanto, todo aquello que sentimos cuando el concepto que tenemos de nosotros mismos se ve comprometido por el hecho de algo que hemos hecho, y que no ha sido nuestra mejor actuación.
En este caso, por ejemplo, cuando una persona se cree amable, buena, comprensiva y piadosa y empuja a otra al salir de un ascensor, es difícil que llegue a reconocer que lo ha hecho mal, debido a que el concepto que tiene de sí misma no concuerda con esa actitud concreta y errónea que ha tenido.
Las personas que no admiten sus errores son las mismas personas que manifiestan graves carencias sociales, son los que luchan por convivir con los demás, por respetarlos, por crear lazos importantes, por jugar en equipo o por planificar el futuro, de hecho las personas que optan por no asumir sus responsabilidades se creen así más fuertes y que tienen más control sobre los demás y sobre sí mismos. Por esta razón aunque son conscientes de haber cometido un error, optan por silenciar esta parte de sí mismos para proteger su ego, razón por la cual en realidad son muchísimo más débiles que las personas a las que mienten o intentan controlar.
Pedir perdón de forma sincera y real implica una apertura honesta y puede transformarse en una oportunidad para dar un salto de nivel y calidad dentro de la propia relación con la otra persona, aportando mayor intimidad y un cambio a mejor en la relación. Percibirse más capaz de explicarse con otro y de ser agentes de cambio positivo genera bienestar en el otro individuo.
Las personas que tienen miedo a admitir sus propios errores suelen tener mucho miedo también a demostrar sus propias debilidades. Por ello, suelen vivir en una incertidumbre constante ya que consideran que mostrar debilidad es, básicamente, caer en un error que no se pueden permitir.
Desde el ámbito de la Psicología se ha llegado a la conclusión de que las personas que tienen miedo a reconocer sus errores suelen tener una personalidad narcisista. Es por ello por lo que no les gusta mostrarse débiles o reconocer sus fallos ante los demás, porque esto les resta perfección.
Asimismo, las personas que adoptan este tipo de actitud ante sus propios errores, suelen ser también personas inmaduras, que carecen de las suficientes habilidades sociales como para enfrentarse a sus fallos y pedir perdón.
"A pedir disculpas se aprende desde pequeños" sin embargo, no todos son capaces de usar esta acción en la misma medida y las razones de esto son diferentes de persona a persona. Para algunos, disculparse equivale a admitir su propia debilidad, por lo que muchas veces evitan por orgullo y miedo que la otra persona se aproveche de la confesión de culpabilidad, aunque sea para evitar que esta la socave profundamente.
Para otros, admitir que se ha cometido un error significa dejar aflorar su propia dificultad para gestionar las experiencias y las emociones, algo que se considera erróneamente como "peligroso" o, en todo caso, que debe evitarse. En otros casos surgen sentimientos de culpa y vergüenza con los que no se quiere medir, para algunas personas incluso, disculparse se considera imprudente ya que podría generar más críticas y acusaciones .
El común denominador de las muchas dificultades para disculparse parece ser, por tanto, la incapacidad real o percibida de entrar en contacto profundo con uno mismo y con el otro, siempre es más fácil que te digan: "Está bien, lo siento si te molestó" en lugar de "Está bien, estoy seguro de que me equivoqué y cometí un error".
El primer ejemplo dado intenta reparar levemente el factor emocional, pero no muestra un genuino sentimiento de responsabilidad, en el primer ejemplo de disculpa uno no asume plenamente sus responsabilidades, evitando como debería expresar una disculpa de manera abierta, sincera y valiente.
Si tu pareja no acepta sus errores o consejos constructivos, puede ser frustrante y difícil de manejar. Aquí hay algunos pasos que puedes seguir:
Recuerda que el cambio lleva tiempo y que es importante ser paciente y comprensivo con tu pareja. También es importante asegurarte de que tus expectativas sean realistas y alcanzables. Si tu pareja no está dispuesta a trabajar contigo, entonces es posible que debas reconsiderar tu relación y si es saludable para ti a largo plazo.
Todos y cada uno de nosotros, en algún momento de nuestra vida, nos vemos en la situación de tener que tratar con gente a la que le cuesta admitir sus propios errores. Y lo más probable, es que este tipo de personas no nos gusten o nos hagan sentir mal.
Sin embargo, es importante saber tratar con las personas que no saben pedir perdón ni reconocen sus errores ya que, es más que probable que nos encontremos con más de una persona de este tipo a lo largo de nuestra vida.
En primer lugar, lo más importante es que no guardes rencor a esta persona que se ha equivocado y que no ha sabido reconocerte su error. Y es que el rencor sólo te hará más débil y dejará problemas a largo plazo en vuestra relación.
Asimismo, cuando te encuentres con una persona que actúa así, es importante que no seas tú quien pida perdón por decir las cosas tal y como las sientes. Recuerda que este tipo de persona que se ha equivocado y que no quiere admitir su error, y, difícilmente, va a saber ver más allá de lo que tú le intentes hacer ver.
Fuentes consultadas:
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