El miedo a estar solo, a no tener a alguien a nuestro lado; la necesidad de tener a alguien que nos acompañe en nuestro periplo vital... Nuestras emociones pueden jugarnos malas pasadas, y una de ellas es el miedo a la soledad. Estos son algunos de los síntomas más evidentes de la dependencia emocional, algo que puede meternos en serios problemas a la hora de enfrentarnos a las relaciones sociales hasta desembocar en relaciones tóxicas. En definitiva, esta dependencia emocional para sobrevivir es la causante de nuestros males de cabeza principales.
Para ello, a continuación vamos a comprobar en qué consiste la dependencia emocional así como los principales motivos por los que tenemos miedo a la soledad para que podamos conocer paso a paso nuestras emociones más notorias en cada momento y salir de este mal trance.
Obviamente, el miedo a estar solo les impide tomar medidas para acabar con una relación que es, como mínimo, tormentosa. Ya hemos dicho que esa relación no obedece a ningún tipo de necesidad objetiva, sino que se trata de algo sentimental. La respuesta a esta pregunta es compleja, ya que no existe una causa común a todo el mundo, sino que depende de cada uno. La falta de confianza y de seguridad en uno mismo cuando estamos solos es una de las razones que explican este miedo a la soledad, pero no la única.
El hecho de haber vivido experiencias desagradables en el pasado es otro de los factores que pueden haber influido en ello, una mayor sensibilidad emocional hace que nos sintamos vacíos si no tenemos a otra persona a nuestro lado. Otra de las razones que explican este miedo y dependencia se debe a que en algún momento de nuestra juventud, quienes debían protegernos de los peligros nos fallaron.
Por eso, se considera que la dependencia emocional está más arraigada en adolescentes ya que a medida que crecíamos esas personas se alejaron de nosotros, dejándonos ese vacío que ahora se manifiesta en miedo a estar solos. A fin de cuentas las emociones son una tendencia a actuar y a actuar de una forma determinada por lo tanto, también somos lo que hemos vivido. En este punto es donde radica la importancia de conocer qué son las emociones para ser capaces de vivir sensaciones cómodas para nosotros mismos.
Si nos ponemos técnicos diremos que la dependencia emocional es un estado psicológico que se puede manifestar en nuestras relaciones de pareja, amistad o familia. Quienes la padecen sienten una necesidad de afecto enorme y continua, y aunque en ocasiones puede resultar esporádica lo habitual es que quien la sufre la padezca con todas sus parejas. Esta dependencia está totalmente alejada de las necesidades objetivas -dinero, minusvalías, etc.- de las personas, sino que se limita a la necesidad de amor y también denota determinada carencia de autoestima, pues la persona en sí se siente retraída e insatisfecha.
Pueden padecerla tanto hombres como mujeres, pero por la presión social los hombres suelen ocultar el problema. Y como tantos otros problemas, el hecho de esconder esta necesidad de cariño no hace más que agravar el problema. Además, las parejas que son dependientes emocionalmente suelen ser dominantes, egocéntricas, muchas veces capaces de llegar al maltrato físico y/o psicológico. La víctima reconoce el maltrato, pero esa dependencia emocional lo lleva a pedir perdón e intentar satisfacer todas las necesidades de la pareja, tenerla siempre contenta.
Como ves, el miedo a estar solos y la dependencia emocional nos puede meter en relaciones tóxicas de las que es muy difícil salir, así que tendremos que seguir una serie de pautas para superar esos temores, empezando por aprender a valorarnos. Hay que considerarse la persona más importante de nuestra vida, somos la primera persona así que confiaremos en nosotros y en que hacemos siempre lo correcto. De esta manera podremos hacer frente a los momentos de soledad cuando nos acechen estos sentimientos.
También hay que tener en cuenta que no hace falta tener una relación para ser feliz. Es un error muy habitual, pero el hecho de tener pareja o de “disfrutar” de la compañía de otra gente no nos traerá la felicidad por sí solo. A veces, la soledad es mucho más beneficiosa para uno que una relación vacía, que te perjudica tanto a ti como a la otra persona. Finalmente, hay que hablar del pasado. Nuestras experiencias pasadas no pueden influirnos negativamente en el presente; dejar atrás el odio, rencor o el abandono y mirar hacia delante desde esa perspectiva positiva.
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