El lenguaje corporal representa una forma de comunicarnos que, en ocasiones, dice más que las palabras. Se compone de todos los gestos, posturas y movimientos que hacemos y mediante ellos, trasmitimos información sobre nuestras emociones y también sobre nuestras intenciones o pensamientos. Además, el lenguaje corporal se realiza a nivel inconsciente, por lo que resulta especialmente interesante para conocer las verdaderas intenciones de nuestro interlocutor.
Si bien es cierto que el lenguaje de nuestro cuerpo no puede tomarse como una verdad absoluta, también es cierto que, saber cuáles son los gestos que desvelan más sobre nosotros mismos, puede sernos de gran ayuda, tanto para aquello que queremos trasmitir, como para entender las intenciones de los demás.
Existen multitud de gestos que pueden decir mucho sobre nosotros mismos. Aprenderlos nos ayudará a tomar conciencia sobre lo que hacemos, lo que decimos y lo que interpretamos. De esta forma, podremos comunicarnos mejor y entender más claramente a nuestro entorno.
Uno de los objetivos principales de nuestra atención cuando estamos con alguien es la cara. Una de las principales cosas que deberemos saber es que no debemos evaluar los gestos del rostro por separado, sino que se tienen que entender como un conjunto para llegar a una conclusión más certera.
Cuando somos pequeños nos tapamos los ojos cuando vemos algo que no nos gusta, o ponemos la mano en la boca cuando mentimos. Aunque cuando somos adultos estos gestos van desapareciendo, en cierta parte aún conservamos algunas costumbres que dicen mucho sobre nosotros.
Así, cuando nos tocamos la nariz puede que sea porque estamos mintiendo. Cuando decimos una mentira, se liberan unas sustancias llamadas catecolaminas que inflaman el tejido de la nariz y provocan picor. Por eso, si vas a mentir, será mejor que evites este gesto si no quieres ser descubierto.
Tocarse la oreja es un síntoma de desagrado, un intento de no querer oír aquello de lo que se está hablando. Si ves que tu interlocutor se toca la oreja mientras hablas, puede que te esté indicando que dejes de hablar. Y si te tapas la boca, cuidado, porque puede interpretarse como un intento de querer ocultar algo.
Dicen que los ojos son el espejo del alma y no es para menos, ya que nuestra mirada es una de las armas más poderosas en lo que a lenguaje corporal se refiere. El tamaño de la pupila juega un papel fundamental, por eso los ojos claros aportan más confianza, porque pueden observarse más claramente las variaciones en las pupilas.
Variar el tamaño de las pupilas es un hecho que no puede controlarse. Si las dilatamos significa que estamos viendo algo que nos gustan, mientras que si las contraemos se intuye como un gesto de hostilidad. Se trata de cuestiones complicadas de interpretar, ya que en ocasiones pueden deberse a los cambios de luz.
Hay otras apreciaciones en la mirada que nos dan una pista sobre lo que piensa nuestro interlocutor o que pueden ayudarte a saber qué dice tu lenguaje corporal sobre ti. Por ejemplo, el pestañeo rápido puede significar que se desea bloquear lo que se está viendo, por aburrimiento o desconfianza. En cambio, si mantenemos la mirada puede ser señal de atracción. Sobre todo si miramos, apartamos la mirada y volvemos a mirar.
Existe un truco infalible para saber si una sonrisa es verdadera o no. Cuando alguien te sonría fíjate en las arrugas que se forman alrededor de los ojos. Si estas aparecen es que la sonrisa es sincera. En cambio, si no hay arrugas alrededor de los ojos, seguramente la otra persona esté forzando la sonrisa.
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