¿Has soñado que padecías una enfermedad muy grave? Tranquilo/a. Lo primero que has de saber sobre este tipo de sueño es que NO es premonitorio; es decir, que ni tú mismo ni la persona enferma que aparezca en tus sueños (que generalmente suele ser un ser querido) corre el más mínimo peligro. Sin embargo, el significado de los sueños que están relacionados con enfermedades graves sí evidencia algo negativo de nuestra persona: tenemos inseguridades, miedos y preocupaciones. Vamos a conocer más detalles sobre este sueño.
¿Qué significa soñar con Enfermedad grave?
Aunque, como hemos dicho, soñar que tenemos una enfermedad, en este caso grave -o incluso terminal- no significa que efectivamente la tengamos, sí denota ciertas carencias de nuestra persona que debemos trabajar y solucionar cuanto antes.
- Soñar con enfermedad grave significa que estás viviendo un momento conflictivo:
Un momento conflicto para el que, al menos por ahora, no encuentras solución. ¡Incluso es posible que todavía no te hayas percatado de este conflicto interno que se está gestando en tu interior! Analiza qué es lo que puede ir mal en tu vida e intenta encontrar la solución más justa y adecuada para ti.
- Soñar con enfermedad grave significa que eres una persona insegura:
Ganar seguridad en nosotros mismos es algo que solo conseguiremos si trabajamos y protegemos nuestra autoestima. Esto no significa que nos deba gustar todos y cada uno de los rasgos de nuestra personalidad, sino ser conscientes de nuestras virtudes y nuestros defectos y aprender a aceptarnos por lo que somos: seres imperfectos que lo hacen lo mejor que pueden.
- Soñar con enfermedad grave significa que te cuesta gestionar tus emociones:
Llegar a gestionar correctamente nuestras emociones es un proceso que requiere mucho tiempo, mucha paciencia y mucha fe en uno mismo. Sin embargo, aunque no es algo que se consiga de la noche a la mañana, sí es algo en lo que debemos empezar a trabajar hoy mismo. Este sueño evidencia que ahora mismo somos pobres emocionalmente, bien porque nunca antes nos hemos parado a escuchar nuestras necesidades, bien porque hemos vivido una experiencia traumática o decepcionante que nos ha dejado devastados.
