La felicidad es un concepto intangible, difícil de definir, entre otras cosas porque cada uno tiene el suyo propio. En cambio, los sentimientos ligados a ella resultan fácilmente reconocibles. ¿Quieres saber qué sienten las personas felices?
Ser feliz implica que los sentimientos y las emociones positivas prevalecen en el interior de una persona determinando su comportamiento y su actitud ante la vida. Odio, rencor, resentimiento, deseo de venganza, envidia… es difícil ser feliz con semejante carga negativa ligada a uno mismo. El equilibrio emocional, el bienestar interior que poseen las personas felices, tiene su origen en sentimientos muy concretos que deberíamos conocer un poco mejor para intentar fomentarlos como única vía para avanzar en el camino hacia la felicidad.
Ser feliz no es una cuestión de estar contentos por una situación puntual. Eso es una emoción maravillosa llamada alegría, de la que también disfrutan más las personas con paz interior. La felicidad depende muy poco de elementos externos. Va mucho más allá, produciendo una serie de sentimientos que logran mantenerla incluso ante las situaciones más adversas. Lo bueno de conocer los sentimientos que produce la felicidad es que podrás saber fácilmente si eres una persona feliz y también podrás trabajarlos para encontrar el camino hacia la felicidad. ¿Cuáles son sentimientos de la felicidad?
Una persona feliz incapaz de sentir amor es, sencillamente, impensable. Da igual que ese amor esté referido a su pareja, a su familia, a sus amigos, a la naturaleza, a su trabajo o a sí mismo… Se podría decir que es el sentimiento opuesto al odio destructivo con el que jamás se puede ser feliz. Las personas felices dan cariño y, en consecuencia, también lo reciben en una “cadena” invisible que tiene el amor como camino hacia la felicidad.
Se trata de ver el vaso medio lleno, algo que no siempre es sencillo. El optimismo es un sentimiento que implica quedarse con el lado positivo de cualquier situación convencidos de que, por mala que sea, seguro que tiene algo bueno. Solo es cuestión de buscarlo y de saber apreciar ese detalle que no es tan negativo. Este ejercicio mental solo es capaz de hacerlo una persona feliz que siente optimismo ante la vida.
Seguramente es el sentimiento que se produce cuando nos acercamos a la definición de felicidad del filósofo Ortega y Gasset, es decir, cuando nuestra “vida efectiva” coincide con la “vida proyectada”. Alguien feliz se siente pleno, no echa en falta nada esencial para encontrarse bien consigo mismo y con su entorno. No caben la envidia, la frustración o los celos porque la vida está en perfecta armonía.
Agradecer algo implica valorarlo. El sentimiento de gratitud siempre acompaña a alguien feliz precisamente porque sabe apreciar y disfrutar de cualquier gesto, de cualquier detalle que ofrece la vida misma y los que nos rodean.
La empatía no es exactamente un sentimiento, sino la capacidad para ponerse en lugar del otro y ser capaz de entenderle. Alguien feliz difícilmente se dedica a hacer críticas destructivas o a juzgar a los demás. Su propio bienestar interior le hace ser benevolente con sus semejante transmitiendo siempre buenas sensaciones.
Nunca falta en las personas felices. Pensar que las cosas no tienen remedio y que todo va a ir a peor es incompatible con la felicidad. La esperanza es un sentimiento poderoso, que llena de energía a quien la experimenta ayudándole a superar, o al menos a saber llevar, cualquier situación por negativa que se presente.
Las personas que tienen una buena autoestima y se sienten felices consigo mismas suelen tener relaciones más saludables con los demás, al aceptarse a sí mismas, estas personas pueden ser más auténticas y transparentes con los demás, lo que a su vez puede fomentar relaciones más profundas y significativas.
Una persona feliz se trata a sí misma con cariño porque es consciente de que todo el mundo comete errores y no se castiga por ellos. Cuando uno se trata con cariño, se siente más seguro, confiado y respetado a sí mismo, lo que se traduce en una mayor satisfacción y felicidad.
Una persona feliz elige bien a sus amigos porque sabe que sus amistades pueden influir significativamente en su bienestar emocional y comportamiento social, la elección de amigos adecuados puede ayudar a evitar la frustración y el malestar emocional, aportar beneficios positivos en la vida y fomentar un desarrollo social adecuado.
Las personas felices suelen hacer lo que les gusta porque esto les permite disfrutar de sus actividades y sentirse realizados. El hecho de hacer lo que nos gusta está relacionado con la felicidad y puede aumentar nuestra autoestima. Cuando hacemos actividades que nos gustan, nuestro cuerpo libera endorfinas, serotonina y dopamina, las llamadas "hormonas de la felicidad".
Las personas felices comprenden que la frustración surge cuando alimentamos expectativas irreales y estas no se cumplen, por lo tanto, en lugar de centrarse en lo que no pueden cambiar, se enfocan en buscar otras opciones que les lleven a conseguir lo que quieren o lo que les hace felices, asumen lo ocurrido y se centran en poner el foco en otros aspectos que les resulten más agradables o placenteros.
Una persona feliz es agradecida porque el agradecimiento es una actitud que puede mejorar significativamente su bienestar emocional y su calidad de vida. Cuando una persona se siente agradecida, experimenta emociones positivas, como la felicidad, la satisfacción y la tranquilidad, y es más propensa a disfrutar de las cosas buenas que le suceden en la vida, además. la gratitud también puede ayudar a las personas a sentirse más conectadas con los demás
Las personas felices suelen ser proactivas porque no dejan su felicidad en manos de las circunstancias, saben que siempre tienen elección y que su actitud es una de las claves para ser felices. Las personas proactivas también pueden administrar su tiempo mucho mejor, ya que manejan las demandas de una manera práctica y ágil. Esto les permite trabajar con mayor eficiencia y lograr sus objetivos de manera más efectiva.
Las personas felices suelen tener hábitos saludables, ya que hay una fuerte conexión entre el bienestar emocional y la salud física. Las personas con una mentalidad optimista son más propensas a involucrarse en conductas saludables porque las perciben como algo útil para lograr sus objetivos, además, la nutrición, la actividad física y la salud emocional son los tres factores que influyen en nuestros hábitos saludables. Las personas felices son conscientes de la importancia de su bienestar y saben que deben tener hábitos que les permitan tener un excelente estado de salud, como alimentarse sanamente, hacer ejercicio regularmente y disfrutar de hábitos como la lectura y el aprendizaje de cosas nuevas.
Las personas felices tienden a no culpar a los demás de sus problemas porque tienen un sentido de responsabilidad personal y control sobre sus propias vidas. Dejar de culpar a otros de los problemas propios y asumir la responsabilidad es una forma de tomar el control sobre la propia vida, además, las personas felices tienen objetivos y metas realistas por las que luchan, lo que les da una sensación de motivación y crecimiento personal. Por otro lado, culpar a los demás es una forma fácil de no asumir la responsabilidad personal, pero también es la forma más eficaz de perder el control sobre la propia vida.
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