Quizá hablar de las energías humanas nos suene a tarot y a espiritismo, pero el universo se rige por la energía electromagnética, y nuestro cuerpo está cargado de esta energía. El cerebro se ocupa de procesar la información que le llega a través de esta energía. Las energías influyen en nuestros pensamientos, en nuestras acciones y en las decisiones que tomamos. Y lo hacen para bien o para mal, ya que nos encontramos con energías positivas y energías negativas, y es muy fácil identificar ambos lados.
Las energías positivas
Las personas con unas energías positivas se caracterizan por tener la autoestima alta y su optimismo y su predisposición a la hora de enfrentarse a los retos que les presenta el día a día. Son personas que no necesitan estímulos externos como la aprobación de los demás para ser felices, sino que saben lo que es el amor propio y son capaces de encontrar la felicidad por sí solos. La buscan en su propio interior, lo que les permite rechazar o impedir el paso de las energías negativas, y de esta manera conseguir esa paz interior tan necesaria para transmitir esa energía positiva.
Decíamos que tienen una elevada confianza en sí mismas, creyendo en sus posibilidades aunque nadie más crea en ellas. Para conseguir el éxito, el primero que debe estar convencido de que lo puedes alcanzar eres tú; y esa es una máxima que las personas que desprenden una energía positiva siguen al pie de la letra. Y, a diferencia de lo que hacen las personas negativas, una persona con una energía positiva aceptará el fracaso como una parte más de la vida, asumiendo responsabilidades y aprovechando la ocasión para aprender y seguir creciendo.
Las energías negativas
En cambio, una persona donde predominan las energías negativas se caracteriza por todo lo contrario. Es fácil reconocerlas, pueden tener la autoestima baja y su presencia y sus malas vibraciones se intuyen; y suelen ser personas dramáticas, que solo ven el lado negativo de las cosas, crean nuevos problemas en vez de intentar solucionar los actuales, les cuesta disfrutar de los grandes momentos que nos da la vida, se quejan por todo... De esta forma desprenden esa energía negativa que muchas veces nos hace alejarnos de ellos tanto como podemos.
Las malas vibraciones que desprenden las personas con energías negativas hacen muchas veces que nos sintamos atacados o cohibidos a la hora de actuar por miedo a que las cosas salgan mal o que empeore la situación con esa persona de energía negativa. Pero no solo eso, sino que estas personas pueden ser en ocasiones personas tóxicas y además las malas energías que transmiten también acaban con nuestras energías: absorben todas las fuerzas de quienes los rodean, provocando una gran sensación de cansancio. Así, lo que podría ser una energía positiva se convierte en malas vibraciones.
Para qué sirven las energías positivas y negativas
El papel de las energías positivas y negativas es muy simple: interferir en nuestras emociones, pero también en las cuestiones físicas, de alma, de mente e incluso espiritual. Según su carácter, nos ayudarán a encontrar la tranquilidad -positivas- o nos lo impedirán -negativas-, pero también influyen en aspectos como la capacidad de concentrarnos a la hora de afrontar cualquier cosa; y puede generar sensaciones como la felicidad, la ansiedad, la angustia o la depresión. Por eso mismo muchas personas intentan evitar las energías negativas y atraer las positivas.
Para ello tenemos remedios y propuestas de todo tipo, desde evitar siempre que podamos a esas personas que nos transmiten malas vibraciones por culpa de su energía negativa hasta remedios de carácter más esotérico, como el incienso, abrir ventanas y puertas para “limpiar” el aire de la casa, ir con un diente de ajo en el bolso o ponerse aceite de tomillo tras las orejas o en las muñecas. Tener una menta positiva también nos ayudará a fomentar las energías positivas y mantener alejadas las negativas.