Por qué somos adictos al amor

Dopamina: la adicción afectiva del amor

Seguro que más de una vez has oído hablar de la dopamina, la droga del amor. El amor es química pura, y además de dopamina liberamos serotonina y oxitocina, lo que nos provoca ese subidón al enamorarnos. Nos excitamos, estamos felices y sentimos que nuestra vida es perfecta. Pero, igual que pasa con las drogas, llega el punto en que nuestros receptores se acostumbran a estas sustancias y entramos en la fase de habituación y por tanto aquí es donde nace esta adicción al amor. Hay quien ante esta fase de habituación lo interpreta como una pérdida de amor, o crisis en la relación de pareja, aunque tarde o temprano el cerebro volverá a sentir lo mismo.

La oxitocina, la hormona del amor

¿Existe una hormona de la amor? Sí, nuestro cuerpo la produce y se llama oxitocina. Los neurólogos apuntan a que la oxitocina es la hormona responsable de los lazos que nos unen a nuestra pareja tras esa primera oleada de emociones. Es una hormona indispensable para segregar el resto de sustancias que reforzarán nuestra relación de pareja, y estimularla es tan fácil que un abrazo, una caricia o simplemente cuando tu pareja te coge de la mano liberan pequeñas cantidades de oxitocina, que se multiplican cuando llegamos al orgasmo.

La oxitocina es la hormona del amor

Uno de los aspectos más destacados de esta hormona es que los mamíferos, en especial los humanos, la producimos de manera constante mientras que otros animales como los reptiles solo lo hacen en el acto sexual. Eso explica la tendencia de los humanos a vivir en familia, con nuestra pareja, manteniendo buenas relaciones con el resto de personas; de la misma forma que la mayoría de mamíferos vive en manada. En cambio, al no liberar oxitocina, los reptiles son solitarios ya que no sienten esa necesidad afectiva producida por la oxitocina y que pueden promover la adicción al amor.

Dopamina y adicción al amor

Masson || Shutterstock


Aunque nuestro cuerpo segregue la oxitocina, funciona como un elemento externo que ha sido introducido en el cuerpo, igual que las drogas, lo que provoca la liberación de transmisores como la dopamina, la noradenalina o la serotonina; tres neurotransmisores que inundan nuestro cerebro de feniletilamina. En ese momento, es cuando sientes que estás enamorado de tu pareja, por las sensaciones reveladas en tu interior, esas mariposas en el estómago. La feniletilamina es otro compuesto químico, este de la familia de las anfetaminas, cuya presencia en nuestro cerebro se prolonga alrededor de 4 años.

Besos y abrazos antes que palabras

Pero no solo el amor o las anfetaminas hacen que la feniletilamina llegue a nuestro cerebro, también lo hace el chocolate, de ahí que si nos sentimos faltos de amor intentamos cubrir ese hueco con el dulce oro negro. Dicen que la felicidad no se esconde debajo de un bol de helado de chocolate o de una tableta, pero las necesidades químicas de nuestro cerebro sí que dejan abierta la puerta a esa posibilidad. Tópicos chocolateros a parte, la mayoría de las veces los gestos son más efectivos que las palabras a la hora de impulsar nuestra producción de dopamina y oxitocina.

Qué componentes químicos son liberados por el amor

|| Shutterstock

Antes hemos señalado que llega un punto en que nuestro cerebro se acostumbra a estas sustancias y nos da un pequeño bajón. Hay incluso quien llega a replantearse su relación de pareja, el famoso “ya no siento lo mismo que antes”; y las parejas se vuelven locas buscando esa solución que les permita volver a la situación inicial. En este momento es cuando comienzan a llegar los celos y muchas veces esas discusiones no llevan a ningún sitio. A veces el simple hecho de demostrar tu amor por tu pareja a través de besos y abrazos es mucho más efectivo que cualquier palabra para recuperar esa sensación de bienestar.

También hay que ser conscientes de que no todas las relaciones llegan a buen puerto, y que a lo largo de nuestra relación de pareja pasaremos por buenos y malos momentos. Esto quiere decir que los bajones son normales, y la mejor medicina para ello son los gestos de cariño por parte de nuestra pareja que nos permitan reactivar la producción de dopamina.

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Pau Sisternas

Graduado en Periodismo y comunicación por la Universitat de València. Postgrado en formación del profesorado de Español como Lengua Extranjera. Periodista, blogger, community manager, apasionado del deporte y atleta en mi tiempo libre. De Valencia, intento vivir de lo que más me gusta escribiendo en blogs. Aficionado a cualquier deporte, adicto a las series, creo que las películas se disfrutan más con palomitas. Aunque suene a tópico, a mi también me gusta leer, viajar y la buena comida.

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