Una de las leyendas más encantadoras de la cultura oriental habla de un hilo rojo y de personas destinadas a conocerse. Se trata de una idea que se funde con ideas parecidas a la del destino, a la del amor verdadero o a la de nuestra media naranja. El caso es que, sea lo que sea, la leyenda del hilo rojo, merece ser conocida.
Según cuenta esta leyenda, cada uno de nosotros está unido a otra persona por un hilo rojo indestructible. No importa o lejos que esas dos personas estén o lo mucho que se enrede el hilo, porque el hilo rojo nunca se rompe. Se trata del hilo rojo del destino, el de los encuentros predestinados y el que habla de las parejas, de la unión de dos personas.
El hilo rojo lo tenemos atado al dedo meñique, al igual que la persona que está al otro lado del hilo. Nos encontramos ante una situación mágica en la que hasta el propio miedo al amor ha conseguido vencerse, dejarse llevar. El motivo es porque su poder radica en los dioses, ya que son estos los que han atado a cada uno de nosotros tal hilo, por lo que nuestro encuentro con la otra persona será indiscutible.
La leyenda del emperador y el hilo rojo
Una de las historias con las que mejor explicamos la leyenda del hilo rojo, trata sobre un emperador que, con una gran ansiedad que le llevaba a tener una gran necesidad por casarse y tener hijos para reproducir su linaje, quiso encontrar ese hilo rojo invisible que le ataba a otra persona, para saber con certeza que esa era la persona que le correspondía. No escatimó al buscar a su alma gemela, ya que se dedicó un largo tiempo a investigar, hasta dar con una mística, que era capaz de ver ese hilo rojo. Gracias a su papel de emperador, pudo hacer que la mística fuera hasta palacio, y una vez allí, le pidió que le indicara quien era la persona que estaba al otro lado del hilo.
Tanto la mística como el emperador emprendieron el camino, y cuando llevaban varios días viajando, la mística le indicó quién era la portadora de ese hilo, y señaló a una pobre campesina que tenía un bebé en brazos. El emperador se enfadó y pensó que la mística se estaba burlando de él, así que atacó tanto a la campesina, a la que hirió en la frente, como a la mística. Dados los acontecimientos, el emperador renunció a conocer a su media naranja.
Cuentan que, pasados unos años, el emperador aceptó casarse con la hija de un general, pero al conocerla reconoció a aquella campesina con la cicatriz en la frente, que hacía unos años ya había conocido. Al final, esta historia japonesa del hilo rojo es susceptible o no de creerse, pero todo forma parte de lo mismo: el amor, uno de los sentimientos más puros que hay. Sin embargo, es inevitable pensar en qué es lo que interviene en la elección de nuestra pareja, porque la verdad, es realmente impactante.
Símbolos, prejuicios y expectativas de la leyenda del hilo rojo
Es un tema a debatir si la interpretación de la leyenda del hilo rojo es fiel a la realidad. Por lo que parece, solo quiere representar la forma en la que materializamos y vivimos los vínculos afectivos. De este modo, podemos encontrar una gran serie de simbolismos sobre el amor y las relaciones en esta leyenda del hilo rojo.
Una de las conclusiones que sacamos de esta leyenda del hilo rojo es que, el amor no se guía por ninguna lógica, no podemos tener un tipo de persona que buscamos porque luego no elegimos de quien nos enamoramos. El amor no entiende de sensatez ni de practicidad, sigue sus propias reglas.
El destino nos dice que no podemos saber qué esperar de nuestro futuro. Podemos planear lo que queremos, pero el amor puede cambiarnos todos los planes en cualquier momento. Igual que el emperador con la campesina, hay amores que superan todo lo lógico. Y es que, si no existieran estos vínculos tan fuertes y que tanto se escapan a la razón, muchas de las historias de amor que vivimos, serían imposibles.
