Abrazos de alegría, abrazos de consuelo, abrazos de amor... existen muchos tipos de abrazos y si alguien asegura que no los necesita para sobrevivir, está claro que miente. Todos tenemos la necesidad de recibir un abrazo de vez en cuando, y es que, más allá de la parte emocional y del acercamiento a otro ser humano, un abrazo tiene muchos beneficios que puede que desconozcas, porque lo que un abrazo puede producirnos, ni tan si quiera lo podemos imaginar.
Los beneficios de los abrazos
El poder de un abrazo, pues, va mucho más allá que el amor que procesamos o el cariño que le tenemos a la persona con la que nos damos el abrazo. De hecho, el poder terapéutico de los abrazos funciona también con otras personas, incluso con gente desconocida. Si quiere saber más sobre los beneficios psicológicos y espirituales de los abrazos, hoy te los contamos uno a uno, para que conozcas de primera malo lo que pueden hacerte sentir,
Un abrazo ayuda a combatir el estrés
Vivimos en una sociedad en la que el estrés forma parte de nuestras vidas. Vivimos alterados y vamos de aquí para allá, sin parar ni un segundo en lo que realmente importa. Tenemos tanta prisa que parar y dar un abrazo puede resultar de lo más reparador, y es que, al abrazarnos reducimos la producción de cortisol, la hormona asociada al estrés. Además, también aumentamos la serotonina, otra hormona que lo que hace es precisamente aportar una sensación de bienestar a las personas que se abrazan. Por tanto, cuando te sientas estresado, triste, apático o con ansiedad, busca ese abrazo de esa persona que nunca te falla.
Relaja los músculos
Nos sentimos tensos en muchos momentos del día y esto puede hacer que suframos dolores en nuestras cervicales y también en algunos de nuestros músculos. Al vivir en tensión estamos perjudicando nuestra salud, y dar un abrazo en el momento adecuado, puede facilitar que nuestros músculos se relajen y que nos sintamos mucho mejor, alejando dolores. Los abrazos ayudan a liberar tensiones, a conseguir nuestra paz interior, produciéndonos un bienestar físico y psicológico.
Mejora el sistema inmune
Todos conocemos la importancia de nuestro sistema inmunológico. Se trata de las defensas que disponemos en nuestro organismo para hacer frente a todo tipo de amenazas y enfermedades que puedan surgir en nuestro camino. Por eso, los abrazos son fundamentales para mejorar el sistema inmune, ya que al darlos o recibirlos, al mantener ese contacto físico estamos favoreciendo la creación de glóbulos blancos. Así que, dar un abrazo, te ayuda a fortalecer tus defensas. No lo pienses más, siempre hay una persona que te puede necesitar. Y te lo agradecerá.
Reduce la presión arterial
Al abrazarnos con otra persona no solo estamos mostrándole afecto, también ponemos en juego nuestras hormonas, y una de ellas es la oxitocina. Gracias a los abrazos liberamos esta hormona y activamos los corpúsculos de Pacini, unos mecarnorreceptores que reducen la presión arterial.
Los abrazos mejoran nuestro estado de ánimo
No importa si estamos tristes o contentos, los abrazos siempre sientan bien, y es que, además de que el contacto físico es ya de por sí reconfortante, el conseguir liberar serotonina hará que nuestro estado de ánimo mejore inmediatamente. Además, al recibir un abrazo también nos sentimos con más fuerza, con más confianza y genera una mayor autoestima en la persona que lo da y en la persona que lo recibe.
Ahora ya sabes cuál es el poder terapéutico de los abrazos, así que abraza mucho y cuida de tus relaciones porque merecerá la pena.
El poder del autoabrazo
Mucho hemos hablado de los abrazos y de cómo nos benefician al compartirlos con otras personas, pero existe una técnica que no muchas personas utilizan y que funciona de maravilla, se trata de abrazarnos a nosotros mismos. Si nunca te has dado una abrazo, te recomendamos que lo pruebes, se trata de una muestra de afecto que le das a las personas que más quieres...¿por qué no dártelo a ti mismo?
Es tan sencillo como agarrar tu mano derecha a tu hombro izquierdo y poner tu mano izquierda reposando en tu axila derecha. Siente cómo te acurrucas, cómo todo tu cuerpo está descansando sobre ti, cómo te sostienes y comprobarás el poder reparador que tiene este autoabrazo para ti.