Dicen que quien siembra vientos recoge tempestades. Pues bien, con sentimientos como el odio nos pasa exactamente lo mismo. Quienes propagan el odio hacia una persona, un colectivo, etc. se encuentran con la misma respuesta, el odio de los demás. Ya sea en la esfera pública o en el ámbito privado, seguro que conoces casos de alguien que ha ido sembrando odio hacia determinadas personas y al final ha recogido la misma respuesta. El odio es uno de los sentimientos más potentes, así que vamos a profundizar un poco más sobre él.
¿Por qué sentimos odio?
Las emociones son algo que sucede en un breve espacio de tiempo, difíciles de controlar por quien las experimenta, que luego se convierten en sentimientos, algo mucho más prolongado en el tiempo, y esa es una de las principales diferencias entre las emociones y los sentimientos que debemos tener en cuenta. En cualquier caso, la ira es una de estas emociones, y su sentimiento correspondiente es el odio. Así, una emoción de ira por cualquier cosa da paso al sentimiento del odio, que pese a prolongarse mucho más en el tiempo también es más fácil de controlar. Así pues, sentimos el odio como respuesta a la emoción de la ira.
Pero, ¿qué provoca esa ira? Hay un montón de razones que producen el odio y por tanto esa ira, y por si fuese poco la podemos enfocar hacia un montón de destinatarios. Puede ser una persona de carne y hueso, pero la ira también puede estar dirigida hacia un objeto en concreto o una situación en la que uno no está a gusto. Cuando se activa un sentimiento negativo como la ira se producen unos procesos a través del sistema límbico -el que mueve las emociones-, un sistema muy potente y veloz, sobre el que no ejercemos ningún control, y llega el odio.
Las causas principales del odio
Como hemos apuntado en le párrafo anterior, hay miles de causas que pueden provocar la ira y en consecuencia desencadenar el odio, ya sea contra algo real o contra situaciones abstractas. Por eso, más que buscar las causas principales de ese odio y esa ira para evitar que aparezcan, es importante saber cómo hacer frente al odio, ya que como veremos a continuación el odio tiene unos efectos y consecuencias terribles sobre nuestro cuerpo.
Así, si aprendemos a gestionar nuestras emociones podremos hacerle frente a este tipo de sentimientos. Porque además, junto con los sentimientos, otros de los motivos por los que sentimos odios tienen que ver con nuestro estado físico y mental. Cuestiones tan importantes como el estrés y los nervios se apoderan de nosotros hasta llegar a sentir odio. Eso es así porque nuestro cerebro comienza a recibir estímulos en su superficie lateral y los va interpretando poco a poco.
Efectos y consecuencias de sentir odio por alguien
Uno de los efectos del odio es que nos sentimos estresados y ansiosos. Y junto al estrés y la ansiedad muchas veces aparecen problemas como la depresión. El odio hacia alguien o hacia algo puede afectar gravemente nuestro estado de ánimo, nuestra autoestima y nuestra salud física y mental, y en este último sentido nos encontramos con que la depresión es el mejor ejemplo. Por no hablar de los efectos que el estrés y la ansiedad provocan en nuestro cuerpo, empezando por los cambios de peso, la falta de sueño, la pérdida de cabello, etc.
Pero la cosa no acaba aquí, y tu corazón puede sentirlo. Cualquier sentimiento negativo hacia algo o alguien, como es el odio, hará que aumenten la presión sanguínea y el ritmo cardíaco. Un aumento de la presión prolongado en el tiempo y la aceleración del ritmo cardíaco pueden ser el primer paso hacia una enfermedad del corazón; y precisamente una de las consecuencias de la ira es como actúa el sistema inflamatorio: aumenta la presión. Y ya hemos visto que de la ira al odio la distancia es muy pequeña.
Tu estómago también siente estas emociones y sentimientos. Si sientes odio y buscas la mejor forma de vengarte de esa persona estarás gastando absurdamente un montón de energías, y perderás de vista el presente. En consecuencia, los sistemas nervioso o digestivo pueden padecer alguna afección. A veces la tensión es tal que en los casos más extremos podemos llegar a desarrollar úlceras de estómago.