Más que un sentimiento, el afecto es el estado emocional que experimentamos en un momento en concreto. Por sus propias características, podemos hablar de un afecto positivo y negativo ya que si las que predominan son las emociones positivas será una valencia positiva, pero cuando las que mandan son las emociones negativas tendremos que hablar de un afecto negativo. Y como no podía ser de otra manera, el afecto positivo nos afecta e influye de forma totalmente diferente a como lo hace el afecto negativo. Pero, ¿cómo nos afecta cada uno y de qué se trata?
El afecto positivo
Es uno de los campos menos explorados de la psicología, ya que se empezó a estudiar bastante más tarde que el afecto negativo y su estudio se basa en la psicología positiva. En cualquier caso, la alegría, el buen humor, el entusiasmo, el amor o el optimismo son los componentes más destacados del afecto positivo. Está claro que este conjunto de sentimientos no afecta de la misma manera a todo el mundo, pero es innegable que tendrán una repercusión positiva sobre nosotros, por ejemplo en el bienestar psicológico.
Disfrutar de un afecto positivo favorecerá que desarrollemos unas relaciones sociales mucho más satisfactorias que si se tratase de un afecto negativo, ya que nos cuesta menos iniciar facilitadores sociales como entablar una conversación o mantener la mirada al frente. En este sentido, también es importante destacar que nos permite reforzar nuestra confianza en los demás, facilitando la cooperación o la generosidad, ya sea con el resto del mundo o con nosotros mismos.
Solo así las comunicaciones sociales son mucho más eficaces, facilitando la aparición de la empatía, imprescindible para que se generen lazos y unas relaciones más profundas y estrechas que cuando no sentimos empatía por el resto de la gente. Cuestiones como la resiliencia, el humor, un estado de ánimo positivo o un pensamiento y una mentalidad abiertos y flexibles son esenciales a la hora de impulsar ese afecto positivo, que recibe los estímulos necesarios para generar la empatía y así repercutir en nuestro bienestar social de manera positiva.
El afecto negativo
Por su parte, el afecto negativo es el que se ha llevado la mayoría de la atención entre quienes han estudiado este apartado de la psicología. Se trata de un cúmulo de emociones negativas que están muy relacionadas con la práctica clínica, que se centra principalmente en el enfermo pero que presta muy poca atención a las personas que no presentan ningún tipo de dolencia, aunque también pueden padecer este afecto negativo.
¿Qué es el afecto negativo? A grandes rasgos, podemos definir el afecto negativo como un estado afectivo que se caracteriza por la existencia de una serie de sensaciones de estados emocionales aversivos. Entre ellos estarían el miedo, el nerviosismo, el disgusto, la ira o el sentimiento de culpa como los sentimientos más característicos del afecto negativo. No es nada descabellado señalar al afecto negativo como una dimensión general de distress o malestar emocional y participación no placentera. Sobra decir que el afecto negativo puede ser algo muy perjudicial para la salud, ya que empeora la percepción que tenemos de nuestro cuerpo y de nosotros mismos, y dificulta las relaciones sociales.
Bajo afecto negativo, ¿cómo me afecta?
A medio camino entre el afecto positivo y el afecto negativo nos encontramos con lo que algunos estudiosos de este campo han definido como el bajo afecto negativo. Por su propio nombre y por el hecho de incluir el adjetivo negativo en él lo incluiríamos en el segundo, en el afecto negativo, lo que nos llevaría al error. El bajo afecto negativo es un estado de calma y serenidad, lo que debería afectarnos positivamente y permitirnos tomar decisiones libres de esos sentimientos de ira, miedo o nerviosismo.