El trabajo, la familia, el dinero, la falta de tiempo...Todos acabamos echándonos más peso sobre los hombros del que realmente podemos soportar y los efectos que esto tiene sobre nuestro bienestar emocional no son para nada positivos. Este solamente es uno de los muchos hábitos que nos alejan del sentirnos bien, para cercarnos realmente a ese estado en el que nos sentimos amargados.
Todo lo que hacemos y que realmente no influye en nuestra felicidad
"Nadie es perfecto, ni nosotros ni los demás"
Es una de las célebres frases que recoge el libro del psicólogo Rafael Santandreu, 'El arte de no amargarse la vida' y en donde trata de convencernos de que, ni compararnos con los demás, ni el perfeccionismo, nos ayudan a conseguir la felicidad.
Pero lo cierto es que vivimos en una sociedad en la que esperamos conseguir todo de forma inmediata. Queremos un buen trabajo ya, caemos en esa creencia de que necesitamos más dinero ahora sin pensar dónde se encuentra nuestra felicidad, pretendemos tener una relación de pareja estable justo en este momento... Y esta forma de pensar, esa búsqueda de lo inmediato, nos hace sentirnos mal. Por ello, en el camino para no amargarse la vida y encontrar la felicidad que tanto ansiamos todos, es importante evitar las situaciones nocivas en las que caemos de forma habitual. Algunas de estas acciones que desde la perspectiva de Santandreu pueden ser tóxicas son:
Nuestras obsesiones con el futuro
Este es uno de los principales hábitos, y también uno de los más nocivos, que solemos practicar cada día. Y es que, aunque nuestra vida esté bien, esta tranquilidad no suele durar mucho tiempo, porque caemos en la tentación de obsesionarnos con el futuro, incluso en ocasiones acostumbramos a pensar que como todo está bien y que está bien durante demasiado tiempo, que pronto dejará de ser así, por lo que caemos en una espiral muy negativa.
Cuando algo empieza a ir mal, por pequeño que sea ese bache, tendemos a extender esa negatividad hacia todos los demás planos de nuestra vida.
Nuestro miedo a la soledad
Estamos acostumbrados a estar siempre acompañados, a llevar una vida social muy ajetreada. Sin embargo, ¿qué pasa cuando nos quedamos solos, con nosotros mismos? Pues que no sabemos disfrutar de esa soledad, le tenemos miedo, y tendemos a buscar la compañía de cualquiera.
Nuestra tendencia a no saborear los éxitos
Las personas que acostumbran a amargarse la vida tienen un rasgo muy característico, y es que estás no saben disfrutar los éxitos y logros que han alcanzado por sí mismos, y suelen marcarse objetivos aun más difíciles pese a haber conquistado esas metas que parecían imposibles. Esto es muy similar a las comparaciones, porque tenemos una marcada tendencia a compararnos en muchas ocasiones con los demás, incluso, llegamos a hacerlo de forma inconsciente.
Además, perseguimos a toda costa el perfeccionismo, teniendo la firme convicción de que se puede y se debe alcanzar la perfección en todo, es una creencia limitante que tiende a amargarnos la vida. En definitiva, es una actitud poco real que nos puede llevar al sufrimiento más descomunal.
Encajar mal las críticas
¿Te han hecho una crítica constructiva y te ha sentado fatal? Esta es una de las principales actitudes que adopta la gente que se amarga la vida. Pensar que nadie nos dice las cosas para mejorar, y que todo el mundo tiene una mala intención, es otra de las ideas que debes desechar si pretendes dejar de amargarte la vida.
Fuentes consultadas:
- Cahue, M. (2015). El cerebro feliz. Ediciones Paidós.
- Santandreu, R. (2011). El arte de no amargarse la vida. Martínez Roca. Editorial Oniro.