La impaciencia, o cuando no sabes esperar

La frase de “quién espera desespera” no es ninguna desconocida, es más, la mayoría de nosotros, no solamente la conocemos, sino que también hemos experimentado su significado en alguna ocasión. Ya sea por alguna cuestión que nos urge o que nos ilusiona, la espera se hace complicada para las personas más impacientes.

Y es que, la impaciencia no es simplemente un malestar que sufre la persona que la experimenta, considerada como un sentimiento puede tener consecuencias devastadoras. Es preferible que conozcamos más sobre el sentimiento de la impaciencia y cómo podemos aprovecharlo o mejorarlo.

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Aunque a todos nos puede pasar factura la impaciencia, no tenemos que alarmarnos, ya que el ser humano suele experimentar este tipo de sentimientos de tipo negativo. Pero si crees que se trata de algo que te supera y tiene malas consecuencias en tu decisiones, hay formas de cultivar la paciencia que te pueden ayudar.

Las ventajas y desventajas de la impaciencia

Normalmente se asocia la impaciencia con algo malo, pero lo cierto es que, la impaciencia en pequeñas dosis también puede darnos buenas consecuencias. Como la mayoría de sentimientos que experimentamos los humanos, la impaciencia puede llegar a ser adaptativa. Eso sí, debemos tener cuidado para que no se nos vaya de las manos.

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En esta línea, podemos hablar de la motivación que nos provoca en ocasiones la impaciencia. Tener una meta y querer cumplirla hace que nos esforcemos, y que además, alentemos a las personas de nuestro alrededor a trabajar para conseguir un objetivo común. Este podría decirse que es, el lado bueno de ser impaciente.

Pero la impaciencia tiene un lado que puede salirnos muy caro. Se trata de una salida de control de esta situación,  la que, podemos hablar de tres desventajas claves que provienen directamente del sentimiento de la impaciencia.

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  • Las decisiones precipitadas. Vivir en la impaciencia nos lleva a ser impulsivos. Cuando no somos capaces de expresar un sentimiento como este solemos tomar decisiones precipitadas que, en el mejor de los casos, nos lleven a tener que retractarnos. En los peores casos nos pueden comprometer enormemente afectando a cuestiones tan importantes como pueden ser aquellos relativos al trabajo o a la familia.
  • Perjudica tu salud. Nuestro estado mental se ve afectado por la impaciencia, pero no es el único, ya que nuestra salud física también puede verse perjudicada. Sufrir algún tipo de ansiedad y que ésta sea continúa es una de las consecuencias que puede producir el no saber esperar, lo que puede llevarnos a afectar nuestro sistema inmunológico, o incluso a tener problemas de corazón.

La importancia de cultivar la paciencia

Si crees que sufres de impaciencia es importante que sepas que no se trata de un asunto que tienes en los genes. No eres impaciente porque sí, sino que se trata de una actitud que has aprendido. Por eso, es importante educar a los niños en emociones para hacerles saber gestionar correctamente esta emoción. Si eres adulto, también puedes conocer algunos trucos para reeducar esta gestión y conseguir una mayor calidad de vida.

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La respiración será clave en esta reeducación junto con el yoga y la meditación porque proporcionarán grandes beneficios a tu cerebro para traerte la paz que necesitas. A veces, tomarse cinco minutos al día para respirar profundamente puede ayudarte a saber esperar. Otras técnicas como la meditación serán muy útiles para aprender cómo ser más paciente.

Ser paciente no es una estado pasivo, no es esperar sin hacer nada, sino saber planificarte, estar más tranquilo y tomar las decisiones adecuadas.

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Mamen Palanca

Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad CEU Cardenal Herrera. Amplia experiencia en el campo de la redacción de artículos y reportajes de diferentes temáticas, destacando la psicología. Por este motivo, actualmente continúa su formación académica cursando los estudios de Grado en Psicología por la UNED, motivo por el cuál es una apasionada del campo de desarrollo personal y la gestión emocional.

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