Son muchas las inquietudes, propósitos u objetivos que hacen que alguien se decida a intentar descubrir lo que el yoga puede aportarnos. Mejorar la condición física, reducir el estrés, desarrollar la capacidad de concentración... pero debes tener claro que yoga significa “unión” y que el fin último de esta disciplina milenaria no es otro que alcanzar la armonía precisamente logrando esa conexión entre mente, cuerpo, alma y espíritu capaz de traer la salud y el bienestar interior.
Puedes encontrar definiciones de yoga para todos los gustos: ciencia, conjunto de técnicas y ejercicios de meditación o relajación, filosofía de vida,… pero, seguramente una de las más acertadas es “camino” porque hay que insistir en que el yoga no es un fin en sí mismo, sino una manera de conectar con el propio ser interior a través del conocimiento del cuerpo y de la meditación.
Esta práctica espiritual, que requiere tiempo y dedicación, a través del proceso de meditación conseguiremos grandes beneficios, incluso psíquicos y además esto se traducirá en acciones concretas, porque no hay que olvidar que el cambio interior que puede llegar a producir el yoga se materializa en nuestra actitud frente a cada una de las situaciones a las que nos enfrentamos cada día.
¿Cómo conectar con nuestro ser interior practicando yoga?
Existen distintas modalidades de yoga pero todas tienen en común técnicas introspectivas similares que buscan alcanzar un profundo conocimiento de nosotros mismos, desde la humildad y aceptando lo bueno que hay en nuestro interior y también las propias limitaciones. Algunas de las claves para lograr esa conexión a través de la meditación son:
Sadhana
Este es un concepto amplio que hace referencia a cualquier disciplina espiritual que se practica a diario. En yoga es una idea básica que hay que tener presente antes de iniciar cualquier sesión o ejercicio. Nuestra sadhana, nuestra rutina diaria, siempre debe implicar una toma de consciencia de la propia existencia y del lugar que ocupamos en el conjunto del Universo, un primer paso para acercarnos a nuestro “aquí” y a nuestro “ahora” para conocer e estado de nuestras emociones y desechar pensamientos del pasado o preocupaciones futuras.
La respiración (pranayamas)
No reparamos en ello pero vivimos porque el aire llega a nuestros pulmones y el oxígeno a todas nuestras células. Cualquier movimiento de yoga va unido al control de nuestra respiración. La respiración ayuda a la concentración y si la mente se dispersa, nada mejor que concentrarse solo en ella. Por ello, practicando yoga conseguiremos el equilibrio mental porque eliminaremos de nuestra mente todo lo superfluo que nos rodea y que, en ocasiones, no nos deja conectar con nuestro yo interior.
Mirar hacia adentro, hacia los propios centros de energía
Intentar llegar a lo más profundo de nuestro ser interior a través del yoga tiene un objetivo concreto y práctico: liberar la propia energía espiritual de la persona, en concreto esa positiva que guardamos en el interior. La conexión interna hará que fluya por todo nuestro cuerpo de manera que podamos aplicarla a nuestro día a día y también compartirla con quienes nos rodean.
Postura cómoda
Indispensable para que la conexión se produzca. El yoga trabaja el cuerpo para conocerlo al máximo y lograr, a través de él, llegar a nuestro interior. Con constancia, la práctica correcta de las distintas asanas (posturas), algunas realmente exigentes a nivel de flexibilidad y equilibrio, nos resultará cada vez más sencillo. Una postura cómoda favorece la relajación, la meditación y el descubrimiento de nuestro verdadero yo.
Si estás decidida a iniciarte en el yoga, recuerda que emprendes un camino que requiere constancia pero en el que, a medida que avances, lograrás abrir tu mente, descubrirte a ti misma y liberarte de todo aquello que te impide avanzar.