Vivir sin expectativas

¿Vale la pena vivir sin expectativas?

¿Cuántas veces hemos esperado que algo sucediera de una forma y ha pasado de forma totalmente distinta? ¿Cuántas veces nos frustramos por cosas que no están bajo nuestro control, sino que pensamos que deben pasar de una determinada manera y no lo hacen? Todo esto son circunstancias habituales en nuestro día a día, las cuáles suceden en muchos casos con independencia a nuestras acciones. Incluso, algunas de estas circunstancias sudecen porque debe ser así, sin más explicación. Como consecuencia de ello, se plantea la cuestión vinculada con vivir sin expectativas, sin esperar nada de los demás, o sin premeditar cómo se tiene que dar algo.

Necesitamos tener las cosas bajo control, y cuando no sucede así, nos bloqueamos, nos ponemos de mal humor e incluso experimentamos emociones negativas que si no son bien gestionadas pueden hacernos daño. Por ello, cuando vivimos sin esperar nada no corremos ese riesgo de caer decepcionados cuando algo sucede de una forma que nosotros no deseábamos. Y, en caso contrario cuando algo sí sucede como a nosotros nos gustaría, entonces podemos llevarnos una alegría.

Es la ilusión del momento es la que juega en nuestra contra, pero la que al mismo tiempo hace que en la medida que vivimos con demasiadas expectativas no seamos tan felices. Por ello, cuando se decide soltar las expectativas y vivir dejando que la vida nos sorprenda, entonces estamos disfrutando verdaderamente del momento. Pasamos a pensar en lo que está pasando y no en lo que debería estar pasando. Esta es la diferencia.

¿Qué sucede cuando dejamos a un lado las expectativas?

No es que esté mal soñar, todo lo contrario, pero no podemos pasarnos el tiempo pensando en una ilusión o en un deseo sobre el que no podemos influir, puesto que en ese momento dejamos de disfrutar de lo que tenemos delante de nosotros y dejamos de considerar el verdadero valor que puede tener.

Imagina que has planeado un día de playa, te has creado las expectativas de cómo va a ser, los amigos con los que vas a acudir, la comida que vais a comer, las actividades que haréis juntos... y de repente se pone a llover. En este momento, tienes dos opciones: una, entrar en el modo queja sufriendo sus consecuencias, y pensar en lo que podría haber sido, o la segunda: planear un nuevo día, haciendo una actividad que el tiempo lo permita. Seguramente las expectativas te lleven a frustrarte y a no poder reaccionar, por eso, dejarlas a un lado, es algo que puede resultar muy beneficioso.

Al vivir sin expectativas estamos abiertos a todo. Nada podrá detenernos en nuestro camino, y podremos ver el mundo tal y como es en lugar de imaginar cómo debería ser. Vivir sin expectativas significa vivir en el presente, sin esperar nada, solo sintiendo cada momento.

¿Cómo vivir sin expectativas?

Así de pronto puede parecernos imposible que la vida sin expectativas sea una vida que nos aporte felicidad. Especialmente cuando somos nosotros mismos los que nos presionamos y nos agobiamos. Sin embargo, lo que ganamos es mayor equilibrio emocional, más positividad frente a negatividad. Por ello, un buen plan que puede ayudarnos a dejar de vivir con expectativas dar gracias por lo que tenemos en nuestra vida. Por ejemplo, en cada circunstancia del día a día plantéate una cuestión en la que reflexiones acerca de lo bueno que tienes en tu vida, de tus familiares, tus seres queridos, las personas especiales que te rodean, tu trabajo, tus hobbies.

En segundo lugar, para comenzar a vivir sin esperar nada a cambio, es importante trabajar algunos aspectos de nuestra personalidad. Por ejemplo: ¿somos demasiado perfeccionistas? ¿Nos obsesiona todo lo que sucede a nuestro alrededor? ¿Forzamos la forma en la que las cosas se producen? Si has respondido sí a alguna de estas preguntas, lo que puedes hacer es apostar por el sentir, por la actitud. De este modo, puedes dejar que sea la vida quien te sorprenda.

También, algunas actividades como la meditación pueden servirte de ayuda para dejar que las cosas fluyan, es decir, para relajarte, para desconectar por un momento de esos pensamientos negativos y de esas rumiaciones que tanto daño acaban por hacernos. Así, la práctica del minfulness puede demostrarte que una vida sin expectativas es posible en la medida que focalizas tus pensamientos en tu valor, en la belleza de lo espontáneo, del dejarse llevar.

Además, con la meditación también aprenderemos a ver que hay circunstancias en la vida que no son agradables, y que eso siempre nos va a pasar, hagamos lo que hagamos. Así que, aprender a ver la vida como es, como viene, sin forzarla, sin crearnos la expectativa de que siempre debería ser mejor, nos ayudará a ser más felices.

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Mamen Palanca

Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad CEU Cardenal Herrera. Amplia experiencia en el campo de la redacción de artículos y reportajes de diferentes temáticas, destacando la psicología. Por este motivo, actualmente continúa su formación académica cursando los estudios de Grado en Psicología por la UNED, motivo por el cuál es una apasionada del campo de desarrollo personal y la gestión emocional.

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