Esa voz interior que nos dice que no lo estamos haciendo bien, que podríamos hacerlo mejor. Hablamos de la autoexigencia, uno de los grandes lastres que se puede convertir en nuestro peor enemigo, es una pesada maleta que llevar a cuestas, que nos está recordando constantemente, que nunca llegaremos a nada. ¿Te suena?
Algunas personas creemos que ser perfeccionista es necesario, y que cuanto más lo seamos más conseguiremos lo que desees. Pues bien, no necesariamente tiene que ser así, puesto que uno de los peligros de esa búsqueda de la perfección y por tanto la autoexigencia, poco a poco nos va bloqueando y no nos hace sentirnos bien, nos presionamos, dejamos de ser amables con nosotros mismos y acabamos de lleno en un problema que es bueno trabajar.
Rendir y producir es una de las grandes que tenemos hoy en día. Pensamos en los demás como máquinas que están todo el día haciendo cosas, nos los imaginamos sin inseguridades, sin cansancio, y nos vemos a nosotros en esa imagen tan distorsionada, que observa todo lo que podría ser sin poder serlo. Así es cómo nos afecta la autoexigencia, que por fortuna vamos conociendo mejor y siendo conscientes de la problemática que acarrea.
¿Se puede vencer la autoexigencia?
Autoexigencia, autoestima, proyectos por delante. Todo va unido de la mano. Pero, ¿qué sería de la vida sin el desarrollo personal? El caso es que se puede poner fin a la autoexigencia, existe una vía en la que podemos intentar ser una mejor versión de nosotros mismos pero sin caer en el exceso de las presiones, en las riendas de la autoexigencia y te contamos qué puedes hacer para evitarlo.
1. Identificando el problema
Muchas personas no sabemos que podemos ser demasiado perfeccionistas, y es que, dentro de este problema está el hecho de pensar que nunca hacemos lo suficiente. Pensamos que deberíamos trabajar más, incluso posponemos nuestras tareas y acabamos demasiado deprimidos, creemos entonces que estamos lejos de ser productivos o satisfechos con lo que hacemos.
Si siempre nos exigimos más, creemos que no rendimos... tal deberíamos darnos un descanso para reflexionar y pensar que tal vez hemos sido demasiado autoexigentes. Pararse a pensar, pararse a meditar nos ayuda a saber que tenemos ese problema. Cuando lo analizamos tal vez podemos sorprendernos y encontrar posibles soluciones para evitarlo e incluso descubrir que nos hemos sobrepasado y que tal vez tan mal no lo hemos hecho.
2. Tiempo de calidad
Una de las mejores cosas que podemos hacer para vencer la autoexigencia es el tiempo de calidad, el hecho de sacar tiempo de paz para nosotros mismos nos permite ver que somos humanos y no máquinas. Además, al descansar se abre ante nosotros la puerta de la tranquilidad, del respiro. Es decir, cuando retomemos nuestras responsabilidades, lo haremos incluso más motivados.
Además, buscar métodos de trabajo que nos permitan aprovechar mejor el tiempo, como una hora del día, para concentrar aquellas tareas más pesadas, quizá luego nos permitan sentirnos más satisfechos con nosotros mismos. Por descontado, no hay que olvidarse de los descansos entre trabajo y trabajo. No por trabajar más horas vamos a trabajar mejor, al contrario, tener horas e incluso días en blanco es fundamental para un buen rendimiento.
3. El momento de premiarte
Las personas autoexigentes no se premian, y es que, nunca encuentran el momento. Siempre piensan que podrían haber hecho más, que podrían haber dado más de sí, que no son merecedoras de ninguna recompensa. Y así es imposible sentirse bien ni tener motivación para seguir trabajando. Cuando hayas hecho tu trabajo, un premio siempre está bien para darle un portazo a la autoexigencia. Puede ser ese helado que tanto te gusta, un baño relajante o un capítulo de tu serie preferida. Tú eliges, pero disfruta del placer de haber cumplido, reconoce lo que tú has logrado.
4. Ten paciencia
Años y años de pensamientos del tipo "debería haber hecho más" o "siempre voy a ser un mediocre", no se van de la noche a la mañana, ni mucho menos después de leer estos consejos. Para terminar con la autoexigencia hace falta paciencia y mucho tiempo de poner en práctica todo lo que hoy te hemos explicado, así que no desesperes, y sé constante.