¿Tienes una espina clavada, una cuenta pendiente con el pasado que te impide ser feliz y sentirte pleno en el presente? Al echar la vista atrás, lo normal es que todos nosotros reconozcamos capítulos del pasado que lamentamos o que nos duelen especialmente. Y es que, cuando decidimos pasar página sin cerrar todas esas heridas que dejamos abiertas, permitimos que el dolor permanezca presente en nuestra vida. Como decía Gabriel García Márquez:
"Recordar es fácil para el que tiene memoria, olvidarse es difícil para quien tiene corazón".
Las culpas que arrastramos, los perdones no concedidos, o esas heridas abiertas que tanto daño nos hacen, son elementos del pasado que cuando no estamos reconciliados con ellos, no nos permiten disfrutar de forma plena del presente, ni tampoco pensar en un futuro en el que predomine el equilibrio. Sin embargo, y a pesar de que ese pasado suponga todo un bache en nuestra vida presente, es conveniente aprender a superarlo para no quedarse estancado en él y en esos hechos tan dolorosos que lo conforman.
Aprender a perdonar te ayuda a avanzar
El perdón hace referencia a todos aquellos actos de valentía por los cuáles las personas dejamos a un lado el rencor, empezamos a aceptar lo sucedido y nos permitimos avanzar.
Pero el perdón también supone una reestructuración del propio yo, pues se trata de un acto vital que nos permite reparar los daños y las emociones negativas que nos atormentan para hallar así la paz interior. Desde la psicología del perdón nos ofrecen algunas pautas para aprender a perdonar y evitemos, de esta forma, ese desgaste personal que nos provoca el hecho de estar peleados con nuestro pasado:
Comprender: el perdón es un proceso complicado
Una de las primeras cosas que debemos entender para dejar paso al perdón en nuestra vida es entender que éste es un proceso complicado y que, tal vez, nunca seamos capaces de perdonar por completo. Sin embargo, lo que sí podemos hacer es descargar una buena parte de ese resentimiento con el pasado para comenzar a disfrutar de una vida mejor.
Dialogar: el aprendizaje de los errores a través de una conversación contigo mismo.
Esta es otra de las premisas que debemos tener claras a la hora de perdonarnos a nosotros mismos, y es que por mucho que lo que nos ha causado ese dolor y esa incomodidad sea complicado de olvidar, la verdad es que gracias a esas experiencias del pasado hemos ganado en nuestro aprendizaje de las emociones y de la vida. Y es que, al margen del olvido, este aprendizaje y este conocimiento del error, puede acercarnos a nuestra propia reconciliación en la medida que desarrollamos una conversación con nosotros mismos que nos aportará finalmente paz interior, y esta paz es liberadora a nivel emocional.
Porque el pasado ya pasó y es imposible cambiar lo que sucedió, lo único que podemos hacer ahora es extraer las enseñanzas que nos deja el pasado para alimentar nuestra sabiduría interior.
Oportunidad: lo que te afecta hoy, ¿en qué puede convertirse mañana?
La verdad es que en estos casos, el paso del tiempo no ayuda porque puede convertirse en algo que nos inquieta. El hecho de dejar pasar los pasar los días, los meses o los años no nos va a ayudar a perdonarnos ni a estar mejor con nosotros mismos, ni tampoco va a borrar todo lo que nos ha sucedido en el pasado. Por ello, no hay que dejar para mañana esas cosas que hoy nos afectan y en este sentido debemos darnos una oportunidad. Darnos una oportunidad nos permite descansar. Darse una oportunidad implica aceptarse como uno es, y quererse con sus defectos, con sus virtudes, sacando tiempo siempre para ser nuestra mejor versión, para ser mejores personas y conectar con nosotros mismos.
- Prieto Ursúa, M. (2017). Perdón y salud. Introducción a la psicología del perdón. Publicaciones de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid, España).