Qué pasa si no estoy a la altura

Estar a la altura de las circunstancias: ¿hasta qué punto?

Todos los humanos somos seres sociales por naturaleza, y por ello, necesitamos sentirnos parte de algo (de un grupo de amigos, de una familia, de un equipo de trabajo...etc.). Pero para ser parte de un grupo también necesitamos encajar, y eso significa, agradar a los demás, caerles bien, sentirnos respetados y estimados, en definitiva, estar a la altura. Pero ¿qué pasa cuando necesitamos cambiar nuestra forma de pensar o de actuar para conseguir estar a la altura de las circunstancias que los demás nos exigen? Pues muy sencillo, que podemos caer en un círculo peligrosos que puede dañar, y mucho, nuestra autoestima.

El síndrome del impostor o la necesidad de estar siempre a la altura

El síndrome del impostor es el claro ejemplo de la necesidad que tienen muchas personas de sentirse a la altura de los demás o de las circunstancias. Se trata de un problema muy frecuente en nuestra sociedad pues, según los expertos, afecta a 7 de cada 10 personas en edad adulta. Las personas que padecen el síndrome del impostor, además, se sienten intrusas en los entornos que frecuentan, y su principal temor es que los demás descubran que son un fraude aunque, en realidad, sean perfectamente capaces de conseguir lo que se propongan.

Rasgos del síndrome del impostor

Quien padece este síndrome, tiene la constante sensación de no estar a la altura de las circunstancias en su vida profesional, en la personal o en ambas. De hecho, esto les puede suceder a aquellas personas que tienen una autoestima baja y con una tendencia a pensar que no son suficientes, capaces o competentes para hacer determinadas cosas.

¿Nos merece la pena querer estar siempre a la altura?

Cuando lo que se espera de nosotros es más de lo que podemos dar, nos proponemos metas y retos difícilmente alcanzables, con el único objetivo de conseguir estar a la altura de las circunstancias. En definitiva, nos metemos a nosotros mismos una presión totalmente inútil e innecesaria.

A lo largo de la vida, todos nosotros hemos sentido en alguna ocasión cierta incomodidad por no estar a la altura de los demás o de las circunstancias. Sin embargo, esta sensación incómoda no debe convertirse en algo que forme parte de nuestra vida diaria porque, de lo contrario, nuestra autoestima podría salir muy mal parada.

Compararse con los demás es bueno sólo sí utilizamos la comparación como un estímulo para mejorar. Sin embargo, cuando las comparaciones con los demás nos generan dolor, insatisfacción o sentimiento de inferioridad, en este caso, las comparaciones debemos desecharlas por completo de nuestra vida, porque son un simple producto de nuestros propios complejos.

Las personas que conservan una alta autoestima y se sienten bien consigo mismas, se miden por su propia evolución, pero no necesitan compararse con los demás ni precisan de la aprobación de otros para tomar sus propias decisiones. Por ello, no tienen esa necesidad constante de tener que estar a la altura en todo lo que hacen.

Sin embargo, cuando la autoestima está en sus niveles más bajos, lo más normal es que la persona sienta mucho miedo ante el hecho de no estar a la altura de los demás, o de no dar lo que piensa que los demás esperan de ella.

Por lo tanto, querer estar siempre a la altura es una práctica que puede llevarnos a pagar un alto precio, porque cuando buscamos estar a la altura dedicamos más esfuerzo del que realmente nos requieren, destinamos más recursos a conseguirlo, y nos empuja, en definitiva, a un estrés innecesario que acaba golpeando nuestra autoestima.

Fuentes consultadas:

  • Ramírez, P. (2012). Entrénate para la vida. Editorial Espasa.

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Carolina Ferreiro

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. Mi vocación es contar noticias y transmitir información útil y relevante para los demás. Escribo noticias relacionadas en medios de referencia relacionados con el empleo, cursos, orientación académica, y actualidad educativa. En el día a día disfruto con todos los temas que están relacionados con la maternidad (feliz mamá de dos hijos), la infancia y la familia. Asimismo, me interesan mucho todos los asuntos que atañen a la nuestra psicología, salud y nuestra alimentación.

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