A todos nos gusta gustar, agradar, y es que, siempre es plato de buen gusto que las personas a tu alrededor muestren interés por ti, te halaguen y te busquen. Sin embargo, intentar gustar a todo el mundo, puede hacer que caigamos en una serie de trampas que no son nada beneficiosas, ni para nuestro equilibrio emocional, ni mucho menos para nuestra autoestima, porque si algo hay cierto, es que no podemos ni debemos gustarle a todo el mundo, sino sentirnos bien con nosotros mismos.
Fíjate bien en esa persona que nunca se enfada, que siempre cede en los planes, que no le importa ver una película u otra, sino que hará lo que prefieran los demás. Esa persona tiene un amplio número de amigos, todos acuden a ella, ya que todos pueden hacer con ella lo que les dé la gana. Sin embargo, ella ha renunciado a sus intereses, a sus deseos, en definitiva, ha renunciado a su personalidad, a ella misma. Llegados a este momento, puede que ni siquiera sepa quién es en realidad. Esto es una de las consecuencias que tiene querer agradar a todo el mundo, que dejamos a un lado nuestra esencia, nuestro yo.
Nunca vas a gustar a todo el mundo
Seguro que es una frase que has oído muy a menudo. Puede que te lo hayan dicho cuando alguien que te interesaba te haya negado su amistad, o cuando ese chico o chica que te gusta haya pasado de ti. Y aunque lo sabemos, siempre nos duele el rechazo, pero no está mal que recordemos que gustarle a todo el mundo es imposible. De hecho, si conseguimos asumirlo, lograremos tener una vida mucho más plena y con mayor paz.
El día que asumas que no vas a gustarle a todo el mundo, será el día que tengas una autoestima bien sana. Y es que, no intentar agradar a los demás, hará que te comportes como a ti te gusta, que persigas lo que te llena, que te sientas satisfecho/a contigo, que seas fiel a ti mismo, a tus principios. No hay nada mejor que, en lugar de pensar en gustar a los demás, que pienses en gustarte a ti mismo. Todo pasa por aprender a ser amables con nosotros mismos y respetar nuestra voz.
Lo peor de intentar gustar a todo el mundo
Ya hemos hablado de una de las peores consecuencias de intentar gustar a todo el mundo, como es la pérdida de nuestra esencia. Sin embargo, intentar gustar a todo el mundo también puede tener efectos devastadores en otro sentido, como por ejemplo, la presencia de personas tóxicas en tu vida. Y es que, si siempre cedes, si haces lo que quieren los demás, si vendes tu autoestima al primero que te hace caso, ten por seguro que atraerás a las personas más interesadas, creando relaciones que no te benefician en absoluto.
Construir un círculo íntimo de amigos de confianza, de buenas personas que te aporten y sumen en tu vida, será posible si eres tú mismo y no intentas gustar a los demás a costa de todo. Puede que tengas menos amigos, pero los que conserves será porque apuestan por ti de verdad, no porque les intereses que siempre quieras gustarles. Así que, si quieres tener buenas amistades y verdaderas, tendrás que empezar por ser tú mismo.
Además, tu tiempo se verá mejor invertido si no intentas gustar a todo el mundo, ya que pensarás en ti y harás las cosas que realmente te gustan. Irás al cine a ver las películas que quieres tú, no las quieren los demás. Elegirás tus destinos de viaje, qué vas a comer hoy y que harás mañana por la tarde, sin importar a quien le guste y a quien no. Piensa en todo el tiempo perdido haciendo cosas que no te gustan para agradar a los demás. ¿De qué te ha servido?