Para poder aceptar a los demás debemos primero aceptarnos a nosotros mismos. Compasión significa aceptar a los demás yendo más allá de lo superficial y aprender a ver el fondo de las otras personas. Sin embargo, para poder comprender a los demás, es necesario que antes aprendemos a comprendernos a nosotros mismos. Todos anhelamos tener una alta autoestima, pero lo cierto es que, en una sociedad tan competitiva como la que vivimos, es necesario cuidar de manera de compasiva de nosotros mismos, o lo que es lo mismo, practicar la autocompasión.
¿En qué consiste la autocompasión?
Una de las definiciones de compasión más utilizadas en el mundo de la psicología es la que aportó el psicólogo Paul Gilbert, que la definió como:
“La profunda conciencia del sufrimiento de uno mismo y del de otros seres, junto con el deseo de ayudar a evitarlo”.
Sin embargo, fue la psicóloga Kristin Neff, la primera en profundizar en el concepto de autocompasión y la definió así:
"Autocompasión implica tratarse con amabilidad a uno mismo, reconociendo lo que tenemos en común con otros seres humanos, y siendo conscientes de los propios déficits o aspectos negativos".
Es decir, la persona autocompasiva procura buscar su felicidad y su bienestar, aceptando plenamente sus limitaciones. Esta experta determinó que la autocompasión está formada por tres componentes principales que interactúan entre sí: auto-amabilidad (en vez de autocrítica), humanidad compartida (en vez de sentimiento de aislamiento), y atención plena (en vez de identificarse con pensamientos o emociones).
Sin embargo, Neff alerta de que no se debe confundir la autocompasión con el victimismo (self-pity), pues ésta es una actitud egocéntrica y contraproducente en la que la persona exagera sus propios problemas y queda atrapada en su problema emocional.
Todo lo que aporta la autocompasión a la autoestima
Tomado como base los estudios de esta investigadora, según Neff, cultivar la autocompasión tiene muchas ventajas sobre la autoestima. Una de ellas es que la autocompasión favorece el procesamiento objetivo de la información autorrelevante, ya que como los propios déficits pueden reconocerse serenamente, no es necesario negarlos. En este sentido, favorece la claridad del auto-concepto.
Nos hace sentirnos más valiosos y seguros
Otra de las ventajas de la autocompasión, según Neff, es que ésta nos ayuda a vernos como parte de una realidad más grande e interconectada y, por tanto, a sentimos valiosos, seguros, aceptados y a salvo, sin necesidad de inflar la propia imagen ni de vernos como mejores que otros.
Incrementa la conexión social
Al poner en práctica la autocompasión experimentamos la sensación de conexión social, lo que facilita nuestras relaciones con los demás. Y la búsqueda prioritaria de la autoimagen positiva, lleva a ver a los demás como competidores.
Ayuda a reconocer las fortalezas y debilidades
Cuando somos autocompasivos somos también capaces de reconocer y aceptar el hecho de que, como humanos, tenemos fortalezas y déficits, que somos imperfectos y que por ello, experimentamos cierto malestar.
Nos ayuda a dejar de creernos mejor que los demás
La autocompasión es incondicional, es decir, sentimos autocompasión porque todos los seres humanos la merecemos, no porque poseamos ciertas características deseables, como belleza, inteligencia o talento. Por tanto, la persona autocompasiva no necesita inflar su autoimagen ni creerse mejor que los demás para sentirse bien consigo misma.
Siempre está a nuestro alcance
La autocompasión no depende nunca de las circunstancias ni tampoco depende de las demás personas, porque se trata de un sentimiento que siempre está a nuestro alcance y es especialmente útil cuando afrontamos adversidades con valentía, cuando tenemos fallos o cuando se evidencian nuestras limitaciones. En definitiva, podemos recurrir a ella en aquellas situaciones en las que puede flaquear la autoestima.
- Branden, N., & Wolfson, L. (1989). Cómo mejorar su autoestima. Paidós.
- Neff, K. (2012). Sé amable contigo mismo. El arte de la compasión hacia uno mismo.