Son muchas las ocasiones en las que bromeamos con la memoria selectiva. Pensamos que alguien se acuerda de lo que quiere y no de lo que puede. Y aunque esto sea cierto en alguna ocasión, los estudios recientes en materia psicológica lo han confirmado. La verdad es que la memoria es selectiva, y es que, es imposible recordar todo aquello que vivimos. Algunos conceptos los almacenamos de forma permanente, y otros en cambio, pasan a olvidarse con suma facilidad.
El proceso de la memoria es selectivo, es decir, solo recordamos aquello que es significativo para nosotros. Es por esta razón que nuestros recuerdos están estrechamente unidos a nuestros valores, a las necesidades del momento y a nuestra forma de percibir las cosas. Es así como algunos conceptos y eventos pasan al filtro de la memoria a largo plazo y otros se quedan en el camino. Y es que, la memoria forma parte de nuestra identidad.
Por qué recordamos sólo lo que nos interesa
Para profundizar en este campo de la memoria selectiva, podemos ver algunas razones que hacen que ciertos conceptos permitan que sean mejor recordados que otros. A continuación, los describimos. ¡Toma nota!
Atención y percepción
Para que recordemos algo es esencial que, en primer lugar lo captemos bien con nuestros sentidos. Será muy difícil que recordemos el contenido de una clase o conferencia a la que hemos asistido si estamos medio dormidos o si ese día le damos vueltas a la cabeza con un problema y no prestamos atención. Por eso, el momento de la codificación es esencial en la memoria selectiva. Esto influirá en la forma en la que ponemos atención y también en la forma que percibimos el contenido, será de vital importancia. Del mismo modo, cuando un suceso tiene un alto contenido emocional, se recuerda de un modo casi perfecto, con una minuciosidad sorprendente. Todo el mundo sabe lo que estaba haciendo el momento en el que cayeron las torres gemelas por el impacto del suceso en sí. Son el tipo de recuerdos que mejor permanecen en la memoria.
La disonancia cognitiva
Se trata de un suceso que ocurre a menudo, y apenas sin darnos cuenta. Sucede cuando tomamos una decisión que hemos tardado en tomar, y sin querer, buscamos razones para argumentar que hemos dado con la opción correcta. Es un proceso inconsciente pero que nos afecta a todos. De esta forma solo captamos aquella información que ratifique nuestra opinión, y así no tenemos que lidiar contra los demonios que entran en nuestra cabeza. En eso consiste la disonancia cognitiva. De este modo, nuestra memoria, para protegernos tiende a recordar solo lo negativo del trabajo y no lo positivo, para así poder reforzar nuestra opinión y protegernos de pasarlo mal.
Olvidar recuerdos traumáticos
Los recuerdos que nos producen demasiado dolor también serán más difíciles de recordar. De este modo, hay algunos sucesos muy graves que son imposibles de recordar, como puede ser un secuestro o una violación, que nuestra mente puede borrar por ser demasiado desagradable.
Por otra parte, puede que las palabras en el funeral de un ser querido tampoco se recuerden por el dolor que han producido en el momento dado. En este caso, aunque se hayan recordado en un futuro cercano, lo que suele pasar es que tengan tendencia a olvidarse, por el mismo dolor que producen.
De esta forma vemos como, la memoria selectiva, lejos de ser un aspecto de broma, trata de un mecanismo de defensa natural que nos protege de el dolor y de las emociones negativas por una parte, y que economiza recursos de nuestra mente por otra, favoreciendo así nuestra adaptación al ambiente y nuestra supervivencia.
Todos tenemos memoria selectiva, y es que, más que un tipo de memoria en sí, la memoria selectiva es el mismo proceso de la memoria, que se realiza de forma selectiva. Como ya dijo William James, tan enfermo estaría el que lo recordara todo como el que no recuerda nada.