A estas alturas ya sabrás que la psicología está a años luz de ser una ciencia exacta como pueden serlo las matemáticas, sino que encontramos un montón de corrientes, muchas veces totalmente alejadas entre ellas. Aún así, hay corrientes que dominan sobre otras y a día de hoy la psicología cognitiva es la que se impone sobre el resto de corrientes. Es algo que en 5, 10, 15 o 50 años puede cambiar, pero de momento el cognitivismo es el que domina, así que vamos a conocerlo un poco mejor.
Qué es la psicología cognitiva
Como siempre, lo primero que deberíamos hacer es entrar en la definición de la psicología cognitiva, y podemos hablar de ella como la vertiente de la psicología dedicada al estudio del comportamiento humano centrado en los aspectos mentales, que no se pueden observar y que median entre el estímulo y la respuesta abierta. Si nos alejamos de tecnicismo, es la responsable de descubrir las ideas que pasan por la cabeza del paciente y su influencia tanto emocional -qué siente- como conductual -qué hace-. Por lo tanto, la teoría de la psicología cognitiva se vasa en estudiar cómo un determinado sujeto gestiona las emociones y cómo actúa en consecuencia.
De esta forma, los tratamientos basados en la psicología cognitiva buscan identificar los pensamientos, creencias y esquemas mentales de los pacientes que están alejados de la realidad que los rodea o que son exagerados. El objetivo es que el paciente sea capaz de identificar y cuestionar esas creencias que tiene, y a partir de ese momento estará en disposición de volver a formularlas y emitir unas cogniciones diferentes, mucho más fieles a la realidad objetiva que lo rodea que esos nudos emocionales y esas creencias iniciales.
La revolución cognitivista
Hasta la década de 1950 la tendencia imperante en el mundo de la psicología era la conductista o psicología del aprendizaje. Sin embargo se limitaba a aquello que podemos observar, dejando de lado todo lo no observable. Eso limitaba mucho su investigación, dejando una gran cantidad de puntos sin analizar. Como hemos visto, la psicología cognitiva es la que se encarga precisamente de eso que no se ve, y a partir de los años 50 experimentó un boom ya que cubría las debilidades de las tendencias psicológicas del momento.
Entre los nombres propios de esa revolución cognitivista destacan Barlett, Bruner, Gardner, Sternberg, Rumerlhart o Piaget; sin olvidar las aportaciones de Vigotsky, Erickson o Ausubel. Por ejemplo, F.C. Barlett desarrolló estudios sobre el recuerdo y los procesos de reconstrucción, donde sus pacientes eran incapaces de recordar literalmente las fábulas que él les leía, pero sí que se acordaban de las partes que encajaban mejor con sus esquemas mentales previos.
Por su parte, Bruner hablaba de aprendizajes enactivo, icónico y simbólico. Según sus teorías, la enseñanza tenía que basarse en la predisposición al aprendizaje, al gorma en que se estructura el cuerpo de conocimiento, las secuencias de presentación del material y la naturaleza y rito de recompensa y castigo, para concluir que si el estudiante se implicaba en el conocimiento que quería adquirir y lo aplicaba aprendía más rápido.
Gardner quizá te suene por ser el padre de la teoría de las inteligencias múltiples, que dice que cada inteligencia será capaz de organizar pensamientos y coordinarlos con sus acciones. Jeffrey Sternberg es el autor de la teoría triangular del amor, compuesto por intimidad, pasión y compromiso. También definió la inteligencia como la forma en que cada individuo afronta o promueve los cambios. Por otro lado la teoría del aprendizaje significativo afirma que cuando una materia nos interesa la recordamos para siempre.
En cambio, David Rumerlhart desarrolló la teoría de los esquemas, unos mapas mentales que nos ayudan a organizar el mundo, algo que explicaría los procesos de almacenaje y uso de esa información cuando interactuamos con el mundo. Por último Piaget habló del desarrollo cognitivo por etapas, donde a medida que acanzamos ganamos estructuras lógicas que nos permiten el desarrollo de nuevas capacidades.