Ser incapaz de amar es algo que se nos ha pasado por la cabeza en algunos momentos. Una situación que nos lleva a sufrir por haber amado demasiado puede hacernos desear dejar de sentir, aunque sea solo por unos días. Se trata de un trastorno a nivel emocional que es una realidad para muchas personas y que no resulta muy agradable. Este vacío emocional se conoce como alexitimia. Las personas que lo padecen, se dice que no tienen capacidad de amar, y es entonces cuando la frase “ no eres tú soy yo” cobra por fin algún sentido.
La alexitimia es un desorden que tiene un origen neurológico y se traduce en una incapacidad para reconocer las propias emociones y también las de los demás. Aunque pueda parecer raro, se trata de una patología que sufre el 10% de la población. A pesar de que se conoce como la imposibilidad de amar, lo cierto es que, quien padece alexitimia no es capaz de reconocer sus emociones, por eso reacciona de forma fría ante todas ellas. Nos encontramos ante personas que no saben gestionar sus emociones porque ni siquiera son capaces de ponerles nombre.
La verdad es que la alexitimia produce un vacío emocional que genera un profundo malestar. Las personas que lo sufren suelen tener problemas en sus relaciones personales por su modo de comportarse, lo que les produce una gran tristeza. Y el no saber qué sienten, les hace sufrir aún más.
El origen y las causas de la alexitimia
Al hablar de la alexitimia podemos diferenciar dos orígenes o causas. En este punto la psicología nos indica que conviene diferenciar dos tipos de este desorden de alexitimia, ya que vienen originados por diferentes circunstancias.
En primer lugar, cabe hablar de una alexitimia primaria, que sería la que proviene de un origen biológico. Factores de herencia, genéticos o incluso una enfermedad que daña alguna estructura neurológica, puede ser la causa de este tipo de alexitimia. Pero la biología no es la única culpable de este vacío emocional. Por eso, son muchos los expertos los que consideran que es de vital importancia educar en emociones a los niños para que comiencen a conocerlas, detecarlas y experimentar sensaciones con ellas.
El segundo tipo, la alexitimia secundaria suele aparecer a raíz de ciertas experiencias que vivimos cuando somos adultos. En muchos de estos casos se puede vincular la alexitimia con enfermedades que tienen que ver con los estados de ánimo y el caso más evidente es la depresión por lo que este pesar psicológico se acentúa más todavía.
Los síntomas de la alexitimia
Existen varios marcadores que pueden llevarnos a pensar que una persona es alexitímica, o incluso nosotros mismos. Para ello, deberemos fijarnos en algunos síntomas que nos revelarán más sobre la persona en cuestión. Sabiendo qué es lo que pasa podremos ponerle una solución más o menos satisfactoria.
En primer lugar, la persona que padece alexitimia tendrá dificultad para identificar sus emociones tal y como ya hemos comentado. No se trata de situaciones difíciles, si no de algo tan sencillo como mostrar emoción cuando le dan una buena noticia. Además, tampoco tendrá mucha imaginación. La persona que padece alexitimia tendrá una fantasía muy limitada, lo que podemos notar muchas veces en los juegos de los niños, por ejemplo. Del mismo modo, tampoco podrá encontrar un significado subyacente cuando se trate de poemas, música o películas.
Otro de los síntomas que evidencian a las personas que sufren alexitima será su incapacidad para confiar en nadie. Además, también tienden a confundir las emociones negativas como el miedo, la tristeza o el enfado.
El tratamiento contra la alexitimia
Entre las soluciones más efectivas para quien padece alexitimia se encuentra la terapia psicológica. Normalmente, las personas acuden presionadas por sus seres cercanos al tratamiento, que son, los que sufren principalmente los problemas derivados de este desorden.
Durante el tratamiento, se ayudará al paciente mediante técnicas psicológicas, a que los mismos identifiquen sus emociones y les pongan nombre. De este modo, la persona podrá ser capaz de mostrar sus emociones sin reprimirlas y dar paso a una nueva forma de vida.