Pues sí, dar una mala noticia no es plato de buen gusto para nadie. Se trata de una situación en la que sabemos que provocaremos malestar en la otra persona. De hecho, puede que la mala noticia también nos afecte a nosotros y no nos sintamos preparados para darla. Las consecuencias de dar una mala noticia pueden ser arrebatadoras. Y es que, el hecho no es solo decirlo, sino que el cómo lo decimos también puede influir en cómo se siente la otra persona. Por eso, tenemos que jugar bien nuestras cartas y aprender cómo dar una mala noticia aplicando la inteligencia emocional para no herir a nadie, y mostrar el mayor grado de empatía posible. Y es que, cuando damos malas noticias, así como en cualquier otra circunstancia de nuestra vida, las emociones están a flor de piel, por eso, aplicando algunos consejos, podemos salir de esta situación incómoda con mayor facilidad.
Apoyarse de la inteligencia emocional en los malos momentos
Es importante aprender a dar malas noticias. En la vida de cualquiera lo es, pero además, en ciertas profesiones como pueden ser los médicos, es fundamental que estos aprendan de la mejor manera. Un accidente, una muerte o un despido, son circunstancias que un profesional debe aprender a decir de la mejor manera, para no causar más daño del que ya por sí conlleva. En este sentido, la inteligencia emocional puede convertirse en un punto de apoyo para que ambas partes puedan sentirse lo más cómodas posibles dentro de lo que cabe. A continuación vamos a comprobar paso a paso cómo se puede dar una mala noticia con inteligencia emocional y asertividad, para que la otra persona encuentre, al menos, cierto alivio en tus palabras, y también en tus gestos.
Piensa en ti mismo
A menudo estamos tan ansiosos por quitarnos ese peso de encima que no pensamos en la mejor forma de dar una mala noticia. Lo primero que debemos hacer es pensar en nosotros, es decir: ¿soy la persona más adecuada para dar esa noticia? Será bueno que pensemos si hay otras alternativas mejores. Además, también será bueno que pensemos en cómo nos afecta a nosotros. Solo sabiendo que sentimientos nos genera, podremos controlar nuestras emociones y por tanto, realizar una mejor gestión de la situación. De hecho, si no podemos controlar la situación, será mejor que la mala noticia la dé otra persona más adecuada.
Presta atención al entorno
El cómo y el dónde demos la noticia serán factores importantes, y en este sentido, el dónde hace referencia al entorno. Hay que tener en cuenta factores como el ruido, la privacidad y sobre todo lo cómodos que nos encontremos. Es importante que nos acerquemos a la otra persona siendo más asertivos, y que vayamos preguntándole cómo se siente y si tiene ganas de hablar, a medida que va pasando el tiempo. De este modo, sabremos qué necesita y hasta donde acercarnos.
Busca el momento adecuado
La otra pregunta era el cuándo, y el momento es la respuesta que tendremos. Al elegir el momento para dar esa mala noticia, tendremos que pensar en la otra persona. Es decir, no podemos dar una mala noticia si en ese momento está trabajando o haciendo una tarea urgente, de hecho, lo mejor es que esperemos a que la otra persona nos pueda prestar la máxima atención posible. También te aconsejamos que expliques desde el principio que tienes que hablar, es mejor que intentar distraer hablando de otra cosa hasta estar preparados. Recuerda que, a la hora de dar la mala noticia, cuanto más pensemos en el otro, mejor será para todos. Y es que, de su reacción depende nuestro éxito, ya que dar la peor noticia de la mejor forma posible, tendrá sus ventajas para todos.
Anticipáte, practica la empatía
Antes de lanzarse a dar la mala noticia, deberemos ponernos en la piel del otro y pensar cómo va a reaccionar. Puede que no sepamos a ciencia cierta qué nos va a decir, pero pensando en las alternativas de cómo será su reacción, conseguiremos un mejor control de la situación, y por tanto, podremos dominar la forma de dar la mala noticia lo mejor posible.