Cuando hablamos de euforia podemos asociarlo a varias situaciones. Sentimos euforia ante una alegría inmensa que reflejamos en el mundo exterior. Puede ser una noticia, el resultado de una actividad o una meta que hemos conseguido, el caso es que la euforia es una emoción que nos provoca unos sentimientos muy intensos.
La palabra euforia proviene del griego y significa “fuerza para continuar” y es que, es precisamente la euforia la que nos aporta energía tanto mental como físicamente para vencer cualquier cosa. De hecho, también se relaciona euforia con la superación personal y con la capacidad para superar las enfermedades.
Un aprobado en un examen, un aumento de sueldo, una victoria de tu equipo de fútbol. La euforia es una emoción que se vive intensamente, se contagia, se siente y en su intensidad precisamente, está su belleza y su peligro.
¿Qué es la euforia?
Al buscar una definición de euforia, probablemente la que mejor se ajusta a su signficado es la que habla de tal emoción como una exacerbación del estado de ánimo que puede provenir de una alegría, pero también puede que sea resultado de la toma de algunos fármacos. Cuando la euforia proviene de la toma de drogas o medicamentos, sus consecuencias serán negativas. Si alguien toma drogas y por eso experimenta ese subidón de energía positiva, lo único que conseguirá serán unos efectos algo nocivos para su cuerpo, como malnutrición, daño físico, ansiedad o paranoia.
Podemos reconocer la euforia por su expresión, y ya que es una alegría desmesurada, entre los gestos más habituales encontramos los gritos, las risas o incluso los aplausos. Es normal que la gente que sienta euforia corra de un lado a otro y parezca dotada de una energía extra y viva rodeado de emociones positivas y agradables.
Entre los tipos de euforia que encontramos, cabe destacar la euforia insípida, que es esa emoción que suena a falsa. Se da en los esquizofrénicos y sucede al no ser capaces de conectar sus sentimientos con el entorno. Además, la euforia es una fase típica del trastorno bipolar. En este caso se trata de un emoción que genera un gran desconcierto y también peligros psíquicos. Las personas con tratamiento bipolar se caracterizan por pasar de un optimismo extremo (euforia) a una tristeza extrema (depresión), sin un punto intermedio. De hecho, una persona bajo estas condiciones no tiene porqué experimentar las 3 hormonas de la felicidad en su fuero interno.
Es conveniente indicar que la euforia inadecuada, producida por estos episodios de manía, o bien por el consumo de fármacos, puede dar lugar a graves consecuencias.
Los sentimientos asociados a la euforia
El sentimiento o la emoción que más se parece a la euforia es la alegría. De hecho, definimos muchas veces la euforia como una alegría desmesurada, exagerada, casi como un estado de éxtasis donde sentimos que podemos controlarlo todo.
Ya sabemos que la auténtica alegría y felicidad reside de nuestro interior y, es precisamente esta euforia la que nos da las fuerzas para salir adelante ante cualquier adversidad. La que nos empuja a sacar fuerzas de donde no tenemos y nos hace superarnos y sentirnos bien. Pero no siempre la euforia es positiva, de hecho, conlleva grandes peligros. La euforia nos impide pensar con claridad y trabajar eficientemente. El ejemplo es claro: piensa en ese momento en el que se te da una buena noticia, o cuando te encuentras en plena fase de enamoramiento. Concentrarse se hace mucho más complicado.
Además, la euforia nos impide descansar debidamente por las noches, debido a ese estado exagerado de alegría. Se trata de una circunstancia que puede acarrear otros sentimientos como irritación o malestar.
Otra característica de la euforia es que nos produce un importante desgaste emocional, y es que suele ir acompañada de picos de subidas y bajadas. Pasar de a alegría al llanto y viceversa puede suponer un gran peso en nuestras emociones.