La flexibilidad emocional es la capacidad con la que contamos los seres humanos para adaptarnos a las distintas circunstancias emocionales que se nos presentan en la vida. La vida nos trae todo tipo de circunstancias, unas más alegres y positivas y otras, en cambio, más negativas y desesperanzadoras. Sin embargo, los seres humanos contamos con un mecanismo innato para adaptarnos a todo los tipos de circunstancias, y éste no es otro que la flexibilidad emocional.
¿Qué debes hacer para desarrollar tu flexibilidad emocional?
Si tuviéramos que definir la flexibilidad emocional diríamos que ésta es una habilidad especial con la que contamos las personas para dejar fluir nuestras emociones y conseguir una tolerancia efectiva frente a los cambios. Sin embargo, y según reconocen los expertos, es una habilidad difícil de conseguir, porque a lo largo de la vida las personas estamos expuestas a todo tipo de cambios. Pero afortunadamente, existen varias formas de desarrollar la flexibilidad emocional, te contamos, a continuación, cuáles son:
1. Aprender del pasado
El pasado puede convertirse en uno de nuestros grandes maestros de la vida, tan sólo tenemos que aprender a mirar todos aquellos momentos pasados que nos dieron un lección de vida, aprender de nuestros errores y utilizar esta enseñanza de forma preventiva para lo que nos pueda venir en el futuro. De esta forma, si surge cualquier imprevisto o una situación a la que no sepamos hacerle frente, deberemos seguir los mismos pasos que seguimos en esta situación del pasado.
2. Dejar de lado el remordimiento
El sentimiento de culpa es uno de los más tóxicos que puede experimentar una persona, por ello, para desarrollar tu flexibilidad emocional, es importante que empieces a dejar de lado el remordimiento. Y es que cuando quedamos atrapados en un sentimiento de culpa, nos sentimos agotados y no somos capaces de hacer frente a las nuevas situaciones que se nos presentan en la vida.
3. Trabajar la resiliencia
La resiliencia es la capacidad que tenemos todos los seres humanos de salir adelante de los problemas que nos plantea la vida. Por ello, para conseguir una mayor flexibilidad emocional es fundamental que aprendamos primero a manejar los problemas, sacando un esfuerzo y una valentía especial cada vez que se nos planteen.
4. Soltar lo que hace daño
A menudo las personas tenemos cierta tendencia a agarrarnos a todo aquello que es tóxico o que nos hace daño. Si tu objetivo es desarrollar la flexibilidad activa, debes liberarte de todo lo tóxico que tengas en tu vida. De esta forma, podrás adaptarte mucho mejor a todos los cambios que te depare la vida.
5. Valorar todas las emociones
Las emociones, tanto las positivas como las negativas, forman una parte esencial del ser humano. Por lo tanto, no es sano alejar las emociones ya que cada una de ellas cumple una función determinada sobre la persona. De cada emoción puedes extraer una enseñanza de vida, y puedes obtener un valioso mensaje que te servirá de apoyo de cara a todos los cambios que lleguen a tu vida.
6. Aceptar los miedos
Todos y cada uno de nosotros tenemos ciertos miedos que afloran en nuestra vida en determinados momentos. Estos miedos son un elemento esencial para que pongamos en práctica nuestros sistemas de alarma en la vida. Por ello, en vez de obviar tus miedos, debes empezar a entrar en contacto con ellos, aceptarlos y saber qué les ha llevado a estar ahí. Sólo si aprendes a aceptar tus miedos y a conocer el origen de los mismos, serás capaz de conocerte mejor a ti mismo y por consiguiente, desarrollarás una extraordinaria flexibilidad emocional.
Fuentes consultadas:
- Goleman, D. (2010). La práctica de la inteligencia emocional. Editorial Kairós.