Hablar de emociones y de un rol adaptativo son cosas que van de la mano. Y es que, por si no lo sabías, las emociones tienen su función, así que la sensación placentera que sentimos cuando llega la alegría, o las sensaciones negativas del miedo o la tristeza, no caen en un agujero negro, sino que todo esto tiene un sentido. Es decir, las emociones tienen una función adaptativa que depende de cada situación en la que nos encontramos.
Es por eso que, nos encontremos ante una emoción negativa o ante una emoción positiva, las emociones nos protegen y nos preparan para superar todo tipo de momentos. La película "Del revés" nos muestra perfectamente cómo funcionan nuestras emociones básicas y para que sirve cada una. Porque mucha gente no sabía que el asco, por ejemplo, tenía un sentido, el de protegernos de sustancias venenosas.
En qué consiste la función adaptativa de las emociones
Con todo esto, vale la pena aprender algo más sobre nuestras emociones y también sobre el valor adaptativo que tienen las emociones, porque al final, esto nos ayudará a conocernos mejor a nosotros mismos.
1. ¿Para qué sirve cada emoción?
Como ya hemos dicho, cada una de las emociones tiene una función específica. Por ejemplo, el asco nos protege de aquello que puede resultar venenoso para nosotros, como plantas, semillas o excrementos. De esta forma, sentimos esta emoción negativa que puede ser muy poco atractiva pero que, como las demás, cumple su función y nos hace poder seguir en este mundo más años.
Otra emoción que atañe a nuestro sentido de supervivencia es el miedo. Se trata de una emoción que nos paraliza, nos aterra y no nos gusta nada, pero por otro lado, también es la responsable de que no nos metamos por ese callejón oscuro a media noche, o que no crucemos el semáforo en rojo. Es decir, el miedo, se encarga de salvarnos la vida. Nadie diría que la tristeza tiene algo que ofrecernos, pero lo cierto es que sí. Para empezar, este función adaptativa de las emociones hace que cuando estamos tristes pensemos más en nosotros mismos y nos conozcamos más a fondo. La tristeza nos ayuda al autoconocimiento, algo que no será muy útil en todos los aspectos de la vida.
La alegría es la emoción más esperada, esa que nos hace sonreír, consigue que nos sintamos bien con nosotros mismos y que nos encontremos en nuestra salsa. La alegría es capaz de encontrar solución a cualquier problema, con su optimismo y energía, nos hace capaces de cualquier cosa. Por su lado, la ira también tiene su rol adaptativo, como todas las demás. Enfadarnos nos sirve para protegernos, para plantarnos y cuidarnos y hacer que los demás nos tomen en serio. Se trata de una emoción que es necesaria para sobrevivir.
2. Las emociones nos ayudan a tomar decisiones
Otro de los puntos fuertes de las emociones es su capacidad para dirigir nuestra vida. Y es que, las emociones tienen unos componentes determinados que, dependiendo de lo que sintamos en un determinado momento, harán que nuestras circunstancias sean decisivas para tomar un camino u otro en nuestra vida. Es por eso, que la gestión emocional es importante, y debemos conocernos a nosotros mismos para saber qué sentimos, por qué lo sentimos. Solo así, escogeremos el camino adecuado. Además, la inteligencia emocional nos permitirá, no solo conocer nuestras emociones sino también las de los demás. De este modo, podremos conocer mejor a nuestros amigos y a nuestros enemigos, algo que nos dará muchos puntos para saber por dónde ir y para triunfar en la vida.
3. Tú tienes el control
Las emociones son una parte que todos los humanos poseemos. Todos nos hemos sentido alguna vez tristes o alegres. Hemos notado el miedo en cada uno de nuestros huesos y nos ha dado asco determinada comida. El caso es que, las emociones forman parte de nosotros, pero es importante saber que no nos controlan.
A veces, las respuestas emocionales son útiles, pero muchas otras veces aparecen de forma injustificada. Es aquí, cuando se hace necesario nuestro trabajo para saber qué está pasando y aprender a gestionar nuestros estados emocionales.