Lo que de verdad se esconde detrás de los enfados crónicos

Algunas personas experimentan un estado habitual de enfado, tan habitual que forma parte de su día a día, fundiéndose con su personalidad. Son personas a las que llamamos gruñonas, que siempre están criticando lo que hacemos y enfadándose por cada una de las cosas que pasan a su alrededor. Pero, ¿qué hay detrás de estos enfados crónicos? ¿Puede que en realidad esas personas tengan un problema? El enfado es un sentimiento negativo que puede llevar a verdaderos estados de ánimo bastante incómodos para las personas que lo sufren.

Aunque enfadarse es normal y también necesario en algunas ocasiones, el enfado crónico, por el cual estamos permanentemente con el ceño fruncido, no es nada recomendable. Todos los enfados tienen unas fases, pero cuando la fase pura se prolonga aparece el problema. Y es que cuando lo puntual es el buen humor y estar enfadado se convierte en un estado habitual, entonces tenemos que saber, qué se esconde detrás de estos enfados recurrentes.

La depresión tras los enfados

Tenemos que darnos cuenta de que no es normal enfadarse por cada cosa que pasa en nuestro entorno. Si vivimos enfadados frecuentemente con los demás, puede que lo que nos pase es que estemos enfadados con nosotros mismos. No se trata de un hecho consciente, echamos la culpa a los demás pero en realidad a quien queremos reprender es a nosotros mismos. Aunque no lo sepamos. Por eso, es tan importante cambiar nuestra forma de pensar para evitar los enfados, sobre todo aquellos que son completamente innecesarios.

Por eso, tras el enfado crónico es frecuente que se esconda una depresión. Un estado de ánimo depresivo y decaído que no solo se presenta mediante la inactividad y las lágrimas, sino que para muchas personas, el enfado y la ira suelen ser la forma de expresarlo.

Personas que no están contentas con nada, que se dejan llevar por los pensamientos negativos y que siempre tienen a mano un comentario despectivo sobre los demás, una crítica a las cosas más absurdas y un cara de pocos amigos que se hace visible a todo aquel que preste atención. Y es que, no es temperamento ni es carácter, estar siempre enfadado no es algo normal, sino que se trata de algo que nos perturba.

Nuestra vida, nuestra responsabilidad


Culpar a los demás de las cosas que nos pasan no solucionará nada en nuestra existencia. Si estamos mal y lo achacamos a actitudes o carencias de los demás, no estaremos avanzando en absoluto. Y es que, tú puedes controlar tu forma de actuar, pero no la del resto. Por eso, lo mejor es expresar tus emociones sin temor, e intentar practicar en la medida de lo posible una actitud más receptiva.

Será mejor que empieces a pensar que tu felicidad depende de ti y de nadie más. Solo así podrás encontrar el bienestar en tu vida, porque aunque las personas influyan en tu estado de ánimo, solo tú tienes el poder para hacer que la felicidad sea tu forma de vida.

Si bien es cierto que hay gente que puede hacernos cosas horribles. Pueden robarte, pegarte, engañarte o decepcionarte. Sin embargo, sea justo o injusto, la única persona que lo puede arreglar eres tú misma. Si esperas a que quien te engañó venga a pedirte perdón y a cumplir su penitencia por haberte hecho daño para ser feliz, nunca conseguirás tu cometido. Al revés, lo que te pasará es que tu autoestima se vea perjudicada y que te dañes a ti misma.

Por eso, enfadarse con los demás no te servirá de nada. Si ves que últimamente te sientes irritada, que no tienes un momento de calma y que parece que el mundo vaya en contra tuya, te recomendamos que empieces a pensar si hay algo dentro de ti que no va bien. De este modo, podrás dejar atrás los enfados y dar la bienvenida al bienestar.

Tener una perspectiva diferente ante los enfados frecuentes

No pasa nada si nos enfadamos de vez en cuando, de hecho es recomendable. Pero cuando el mal humor es la norma, tendremos que comenzar a ver que hay algo en nosotros que no encaja. A menudo es complicado verlo, pero no te preocupes, si no puedes solo, un psicólogo te puede ayudar, y, en caso contrario, una amiga o un amigo verdadero, de esos que nunca te fallan.

El enfado siempre lleva consigo una frustración. Algo que no ha salido tal y como esperábamos. Si estamos enfadados con nosotros mismos puede que haya algo que no encaje, que entendemos que no somos como deberíamos ser. Aprender a ver esto puede ayudarnos a deshacernos del enfado crónico.

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Mamen Palanca

Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad CEU Cardenal Herrera. Amplia experiencia en el campo de la redacción de artículos y reportajes de diferentes temáticas, destacando la psicología. Por este motivo, actualmente continúa su formación académica cursando los estudios de Grado en Psicología por la UNED, motivo por el cuál es una apasionada del campo de desarrollo personal y la gestión emocional.

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