El miedo es una emoción primaria que a nadie le gusta sentir. Cuando tenemos miedo experimentamos una serie de sensaciones desagradables, por lo que se le engloba dentro del grupo de las emociones negativas. Esto no quiere decir que el miedo no sea útil, pues lo es y mucho. Gracias al miedo evitamos correr situaciones demasiado peligrosas, que podrían lastimarnos o incluso matarnos. Sin embargo, cuando el miedo nos acecha constantemente, y nos aleja de todo tipo de experiencias, puede volverse de lo más perjudicial para nosotros. Tanto, que puede que ni siquiera sepamos que hacemos unas u otras cosas cuando el miedo nos domina y actuamos bajo sus redes.
Muchos de nosotros vivimos con miedo. El más común de todos es el miedo a fracasar, a que nos rechacen, y sobre todo, tenemos miedo a cambiar. Anclados en nuestra zona de confort, preferimos malo conocido que bueno por conocer y no nos damos oportunidad de desplegar nuestras alas. Es entonces cuando el miedo domina nuestras vidas, aunque puede que aún no lo sepamos.
¿Crees que no tienes miedo? Estas acciones demuestran que sí
Existen ciertos momentos en los que actuamos presionados por el miedio, momentos que a simple vista son reacciones normales y corrientes, pero si las analizamos un poco, veremos como el miedo es el que las guía y también las maneja. Si tienes alguna de estas actitudes, puede que tengas algún miedo que aún no has tratado.
1. Planificar todo con minuciosidad
El no dejarse llevar y vencer esas inseguridades es uno de los síntomas de la persona que tiene miedo. No queremos decir que no haya que hacer planes o ser ordenado, ya que planificar puede ser muy beneficioso. Sin embargo, si no sabemos hacer nada sin planificarlo antes, y el no hacerlo llega a causarnos cierta ansiedad, puede que sea una forma de expresar nuestro miedo. El que tiene miedo planifica, pero planifica de modo minucioso, y no por organizar sino porque tiene miedo a perder el control y necesita tener organizado todo lo que sucede a su alrededor. Se trata de una situación que solo hará que perjudicarnos, ya que existen muchas cosas que escapan a nuestro control, y nunca podremos tenerlo todo hilado.
2. Extremada precaución
La persona más precavida es la que más miedo tiene. Está bien ser consiente de los peligros que corremos y nos lanzarnos a la vida cual kamikaze. Sin embargo, a veces dejamos de correr demasiados riesgos, viviendo siempre en el mismo punto, por miedo a que algo malo nos pase. La persona que tiene miedo siempre duda antes de actuar. No se presenta al examen por si suspende, no pide una cita a la persona que le gusta por si la rechaza y no hace la entrevista del trabajo de su vida por si no lo cogen. Puede que no sea consciente y se engañe con muchas excusas, pero lo cierto es que, el que no arriesga no gana, y la extremada precaución, no te deja arriesgar.
3. El gusto por la monotonía
Levantarse a la misma hora, hace ejercicio lunes y miércoles o ir al mercado los sábados, son actividades que pueden formar parte de una monotonía saludable. Todos necesitamos cierta rutina en nuestras vidas para tener unos hábitos saludables, sin embargo, la monotonía es una señal de la presencia del miedo y romperla de vez en cuando también es necesario para el cuerpo.
El que tiene miedo crea unas rutinas fijas, de modo que salir de ellas supone una pérdida de control que puede llevarle a enloquecer. Se disfrazan de personas organizadas, pero en realidad, solo tienen miedo a que un aspecto de su día se les salga de su control. Rechazan cualquier cosa que sea diferente, e incluso la descalifican. De este modo logran convencerse a sí mismos, de que mantener el control es algo bueno, y dejarse llevar solo puede traer desgracias. Así, la monotonía es el pan de cada día de quien sufre más de miedo.