Es un trastorno grave y muy real que provoca serios problemas a quien lo sufre. A veces podemos sentir dolor, malestar o incluso caer enfermos sin que exista una causa física que lo justifique… ¿por qué? Porque nuestra mente es capaz de manifestar una situación emocional negativa en el propio organismo. Aprende en refugiodelalma.com todo sobre la somatización y como puede controlar tu cuerpo y acciones.
¿Qué es la somatización?
La somatización es un trastorno difícil de diagnosticar. Por supuesto, ante cualquier dolencia hay que acudir al médico, pero los propios especialistas reconocen que en ocasiones, tras análisis y pruebas de todo tipo, no se encuentra razón alguna para que una persona se sienta mal. Puede tratarse, entonces, de un caso de somatización que requiere un tratamiento específico y que incluya, además de la aplicación de la medicación propia que alivie el dolor, algún tipo de terapia psicológica.
Un proceso de somatización va asociado a la presencia de intensas emociones de las que podemos ser conscientes o no. La mente “dolorida” traslada su malestar al cuerpo. Es su manera de pedir ayuda ante un problema emocional que la persona es incapaz de expresar de otra manera.
Lo más preocupante de este problema es que quien lo padece, generalmente no es comprendido, no encuentra consuelo e incluso puede llegar a sufrir el aislamiento o el rechazo de los demás. Expresiones como “si no tienes nada”, “solo necesitas descansar” o la peor “lo tuyo es un poco de cuento”… causan un terrible daño a la persona somatizada haciendo que las emociones negativas que provocan su malestar se acentúen. Hay que insistir en que aunque el origen de la enfermedad sea un desequilibrio interno, el sufrimiento es absolutamente cierto. No es una invención y esa persona necesita atención porque el riesgo de caer en una depresión, en un problema de nula autoestima o incluso en un intento de suicidio, existe.
Causas, síntomas y tratamientos de la somatización
No está claro por qué en un momento dado la mente puede volverse en nuestra contra hasta tal punto de causarnos un mal físico. Los expertos consideran que emociones y somatización van unidas. Un episodio continuado de máximo estrés, una experiencia traumática no superada, una angustia generalizada ante la situación actual o futura, un problema familiar ante el que nos sentimos impotentes, el odio visceral a alguien o el pánico ante la imposibilidad de asumir ciertas responsabilidades… son situaciones que pueden desencadenar este complejo proceso mental.
Cualquier persona puede experimentarlo en algún momento de su vida aunque se cree que aquellas con una fuerte dependencia emocional, con tendencia a los pensamientos negativos y/o con una baja autoestima son las más proclives a padecerlo.
La somatización siempre es consecuencia de un conflicto emocional. Es una manera inconsciente de dar una señal de alarma de que algo grave ocurre en nuestro interior.
Los síntomas pueden ser de lo más variados. Fuertes cefaleas a las que no se encuentra explicación, dolores abdominales relacionados con el aparato digestivo, opresión en el pecho que puede llegar a producir problemas cardíacos, vómitos frecuentes, debilidad, dolor muscular y fatiga continuada… en el caso de las mujeres, la somatización, además, puede traducirse en menstruaciones irregulares y dolorosas y en el de los hombres, no es extraño que aparezca la disfunción eréctil.
Todas estas manifestaciones físicas y enfermedades tienen su origen en un desequilibrio emocional que necesita tratamiento médico y también psicológico, para atajar el problema realmente donde nace.
La vida social y laboral de la persona que padece este trastorno se ve seriamente afectada y sin las debidas terapias el problema se acentúa y las consecuencias son imprevisibles.
El poder de la mente resulta sorprendente y la somatización es un proceso tan real y complejo como el dolor que puede llegar a causar.